#Coyuntura. Crisis planetaria: lo peor está por venir
Segunda parte del análisis de coyuntura II semestre de 2022, desarrollado por los equipos de Kavilando: Alfonso Insuasty Rodríguez, Eulalia Borja, Yani Vallejo Duque, Daniel Ruiz Bracamonte; Ciam: Brenda Milena Perdomo Rodríguez, David Felipe Céspedes Rodríguez; y Cedins: Luis Alfredo Burbano Narváez, Santiago Salinas Miranda
Convulsiones
El siglo XX se caracterizó por sus constantes convulsiones políticas y sociales, una profunda crisis económica global, control del mercado y de las materias primas, fenómenos que generaron tensiones y derivaron en dos guerras mundiales a las que, le sucedieron diversos episodios de genocidios y guerras civiles.
En este inicio del siglo XXI, el mundo, a pesar de los avances tecnológicos, en infraestructura, comunicaciones, medicina, biotecnología, entre otros, se enfrenta a una gran y esencial preocupación por el futuro mismo de la humanidad.
Problemas centrales no atendidos, como la creciente desigualdad socioeconómica (OXFAM, 2022), el deterioro del medio ambiente, el aumento de migraciones, entre otros, todos productos del modelo modernizador, basado en el crecimiento económico, adoptado en el sistema capitalista de producción-consumo. Se suma la inconsciencia de sus lideres y gobernantes quienes no toman las decisiones de fondo urgentes, como lo ha expresado en diferentes informes la misma ONU (IPCC, 2021), y una sociedad en buen porcentaje desinformada, ocupada en sobrevivir o anestesiada.
Y más hoy, ante la creciente escasez de materias primas y sobre todo en alimentos, situación que agrava y profundizan una crisis sostenida, una economía global maltrecha. Como contracara, tenemos una creciente hiper-acumulación de riqueza en pocas manos, realidad que no cede y, por el contrario, se profundiza. Es esta, una aparente contradicción que en realidad nos indica que “La escasez (artificial) no es la consecuencia de un fracaso del capitalismo, sino todo lo contrario, el resultado de su triunfo” (Bolívar Echeverría, 2006, p. 41).
Tendencias inflacionarias
Las tendencias inflacionarias están golpeado a todas las economías del mundo, al tiempo que condiciona soluciones para satisfacer demandas sociales, ahondando los riesgos de inseguridad alimentaria y hambrunas. Ya en el 2020 se venía registrando un alza sostenida del índice de precios al consumidor, fenómeno que se ha mantenido a septiembre de 2022. Detrás del alza en los índices de precios al consumidor, se encuentra:
Por un lado, el incremento en los precios de las materias primas. Según el FMI dicho incremento se calcula en 135.1 puntos. Por otro, el incremento de alimentos y bebidas, para el mismo periodo, alcanzó un 62%. Esta realidad ha comenzado a levantar alarmas sobre la seguridad alimentaria mundial y ha endurecido las presiones comerciales a los importadores de alimentos.
Entre las razones de este alto costo de los alimentos, es la subida de los precios de los fertilizantes, entre octubre de 2020 y abril de 2022, el índice se incrementó 229.8 puntos, hasta llegar a 319.7 (Gambina, 2022).
Esta alza que ya venía se complicó aún más, debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, esto, en tanto, esta región tiene una alta participación en la producción y comercialización de fertilizantes.
Ahora bien, no es solo la guerra en Ucrania, sino una contracción que ya venía dándose; es esta una situación propia del capitalismo y de la profunda crisis de la economía norteamericana en especial, problemas sumados desde los años 2007 a 2009. Se trata de una constante caída de la tasa de ganancia y la productividad.
El Banco Mundial en su reciente informe titulado ¿Es inminente una recesión mundial? Asegura que, los pronósticos no apuntan a una recesión mundial entre 2022 y 2023, pero advierte, partiendo de las recesiones anteriores, que ante una situación contingente y con las medidas inapropiadas podría darse dicha recisión global. Resalta dos acontecimientos que ya se han materializado en los últimos meses y que aumentan la probabilidad de una recesión mundial: Primero, cada recesión global desde 1970 fue precedida por un debilitamiento significativo del crecimiento global en el año anterior; en segundo lugar, todas las recesiones mundiales anteriores coincidieron con fuertes desaceleraciones o recesiones directas en varias economías importantes.
Advierte así mismo el Banco Mundial que
Cuando los bancos centrales de todo el mundo aumentan simultáneamente las tasas de interés para responder a la inflación, el mundo podría estar avanzando poco a poco hacia una recesión mundial en 2023 y una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo que les podrían causar daños duraderos. Una política que afecta el encarecimiento del crédito local, potencia y posterga la recuperación de la economía y del empleo, al tiempo que dificulta las deudas dolarizadas de países, empresas y personas. (Guénette, Ayhan, y Naotaka, 2022)
Con inflación o sin ella, siempre pagan los sectores más desfavorecidos en la percepción del ingreso: los trabajadores y trabajadoras, como los sectores que asocian su destino al mercado de bajos ingresos. Son altos los costos sociales de la ortodoxia monetarista que recarga sobre la mayoría empobrecida. Sobre esta población recae no solo el empobrecimiento, el desempleo y la precarización laboral, sino que es a quienes la crisis energética y el cambio climático más golpeará.
El Cambio Climático, o catástrofe climática, consecuencia no de la humanidad, como pretenden decir, sino de ese 20% de la población anclada en una lógica de desarrollo capitalista devorador, lideres y gobiernos quienes aún, ante los llamados de las agencias internacionales, centros de investigación, entre otras instituciones, no toman las decisiones necesarias, por un lado, para haber evitado la catástrofe ambiental y ahora menos para disminuir su impacto ya provocado. Se sigue así, legitimando un capitalismo desarrollado —lo que hoy denominamos como “neoliberalismo”—, y a la par surten escenarios que buscan detenerlo, detener la globalización voraz. Todo esto ocurre en el marco de un desmonte de la globalización construida por la liberalización en el último medio siglo. No solo el trumpismo o el Brexit son expresiones del freno a la lógica de la globalización, hoy se manifiesta en las sanciones unilaterales que se multiplican.
Ahora bien, la inflación resulta un mecanismo de redistribución de ingresos, funcional a la lógica del capital, en tanto que demanda reformas reaccionarias laborales, sociales y tributarias para restablecer la dinámica de la obtención de ganancias y la acumulación capitalista. Una situación que se hace insoportable por lo que termina significando para la población generando una visión de futuro desesperanzadora, alta incertidumbre e inestabilidad.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en esta misma línea, el 14 de octubre durante su intervención en el Congreso Nacional de la Asociación Nacional de Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi), alertó sobre la subida de los tipos de interés, indicando que esta medida “servirá de correa de transmisión de la recesión mundial al interior de la economía colombiana”, frente a lo que abogó por una economía popular para hacerle frente (Portafolio, 2022).
Lo peor está por venir
Un reciente informe de Verisk Maplecroft afirma que, de 198 países, 101 vieron un aumento en el riesgo de disturbios civiles, en comparación con solo 42 donde el riesgo disminuyó. El mundo, sin duda, enfrenta un paulatina y acelerada manifestación masiva de inconformidad, disturbios civiles se multiplican en la medida que los gobiernos de todas las tendencias lidian con los impactos de la inflación en el precio de los alimentos básicos y la energía, según la última edición del Índice de disturbios civiles (CUI) (Torbjorn, 2022).
No importa la orientación del gobierno, el descontento crece, los impactos son evidentes en todo el mundo por el aumento del costo de vida que surge en las calles de los mercados desarrollados y emergentes por igual, desde la UE, Sri Lanka y Perú hasta Kenia, Ecuador e Irán, entre otros países. Una realidad que las centrales de inteligencias y militares de los países desarrollados conocen y por ello aceleran aún más una creciente militarización de la sociedad, sin darle trámite a los profundos problemas existentes y, en su lugar, aumentar inversión y gasto militar, incentivar gobiernos reaccionarios de derecha, fortalecer la tendencia criminalizadora de la justicia, entre otras. Curiosamente, ante estos estados de cosas insostenibles, emergen propuestas mesiánicas de derechas, que recrean las condiciones que en su momento tuvo el fascismo.
Parecen no encontrarse salidas políticas ante la ausencia de una alternativa popular en contra y más allá del capitalismo, pues ante las recetas que surgen, los gobiernos progresistas actuales encuentran decisiones de corte institucional, en los marcos que les permite el sistema, una suerte de cara amable del capitalismo voraz. Atinan algunos gobiernos progresistas a intentar rutas de recuperación de un Estado Fuerte, de corte social, buscando nacionalizar sectores estratégicos, pero sus medidas siguen estando en los marcos de lo posible, sin saltar hacia decisiones audaces y radicales. Surge, entonces, un gran desafío para el pensamiento crítico, para el movimiento social, étnico y popular en el marco de una política anticapitalista que pasa por recrear imaginarios de una perspectiva emancipadora repensando, para ello, las luchas obreras y las nuevas formas como los feminismos, la defensa del medio ambiente, las autonomías de los pueblos originarios, las redes de economías propias, populares urbanas, los circuitos de producción autónomo, lo local, entre otras; es necesario darle contenido a valores como el Buen Vivir, el Vivir Sabroso visibilizando sus formas de materialización, pensar más en lo regional, lo local, lo territorial.
Colombia enfrenta estas mismas problemáticas aunadas a una dependencia fuerte de Estados Unidos, al punto de abrirle el camino para que se apropie de la Amazonía al entregarle su cuidado de manera directa: un gran error. Así mismo, enfocando su mirada en lógicas desarrollistas en la frontera y en zonas de gran riqueza como el Pacífico colombiano, aún bajo la dinámica de dependencia económica global. El manejo de los precios de la energía, el control inflacionario, el manejo de la corrupción, el gasto público, los crecientes líos por la tenencia y control de la tierra, la #PazTotal, esto, entre los muchos retos que en poco tiempo deberá enfrentar.
A la par, el gran reto será para un movimiento social y popular que aún no reaccional de forma coordinada ante el avance de un gobierno cercano, esto en tanto, su papel es esencial en mover o exigir decisiones que aporte en el bienestar de los pueblos, deberá movilizarse para exigir, provocar decisiones, para apoyar, pero también para pedir re-encausar miradas, conceptos y anuncios de decisiones que afecten a los territorios, sus comunidades, pueblos, organizaciones, entre otros.
Crisis ambiental y energética global
La crisis civilizatoria se expresa de mejor manera, al profundizar en la relación directa entre crisis ambiental y energética. Se trata de una civilización que se hizo de la mano de la dependencia de los combustibles fósiles, y que vive gracias al alto consumo de energía como fuente que mantiene su engranaje de producción-consumo y su dinámica de crecimiento.
Hoy, la crisis derivada de la confrontación bélica entre la OTAN —representada principalmente por Estados Unidos—, países de Europa, Rusia y China, que se manifiesta por medio de la disputa armada en Ucrania, pero que puede extenderse a otros territorios, ha desatado enormes consecuencias en temas de abastecimiento de materias primas, alimentos y energía, impactando negativamente una economía de por sí maltrecha a nivel global, centrando la agenda internacional en incremento desmesurado del gasto militar, disminuyendo la inversión en la agenda global por los objetivos de desarrollo sostenible y en mitigar el impacto de la grave crisis climática. Acceder a fuentes de energía es clave y desespera a los países desarrollados en mayor medida, por sus dinámicas de consumo a escala ascendente y estilos de vida.
Por otra parte, la guerra que se desarrolla entre EE.UU y, que de contera involucra a toda la OTAN, contra Rusia y China, ha permitido la emergencia de un estilo combinado y ya probado de confrontación: la denominada guerra híbrida. En esta, se articulan acciones múltiples, legales, ilegales, fuerzas convencionales, irregulares, estrategias de control psicológico de masas, mediáticas, creación de realidades, noticias falsas, control cibernético, dinámica de persecución entre ellos el bloqueo jurídico, diplomacia de doble rasero (policía bueno-malo), cierre del espacio aéreo para naves rusas; igual en el tema de orden cultural, deportivo, prohibición de la difusión de agencias de noticias, cierre parcial del sistema financiero internacional al gobierno y a la banca rusa en este caso (Venezuela, Cuba, Irán, etc., son otros ejemplos), eso sí, se exceptúan dos grandes bancos rusos que tramitan pagos europeos a las importaciones de petróleo y gas ruso, una serie de presiones que en cadena impactan diferentes zonas, regiones, poblaciones y comunidades, provocando el aumento de nuevas crisis migratorias. Toda una combinación de formas que hacen aún más complejo el escenario, tanto así que las instituciones internacionales creadas en postguerra para garantizar la Paz como la ONU, y las regionales como la OEA en el caso latinoamericano, pierden incidencia, se hacen inocuas en tanto sus llamados y recomendaciones, por un lado, no son asumidas a cabalidad y, por otro, este tipo de acciones combinadas pasa por encima del respeto por el derecho internacional, la reglas de juego devenidas de la modernidad se hacen trizas.
Es en el marco del desarrollo de esta guerra global hibrida, su expresión en la confrontación desatada en Ucrania, que se activan sanciones y bloqueos económicos de parte de EEUU y Europa contra Rusia, agravando aún más la situación, ya que Rusia es un importante proveedor de materias primas en el mundo, de alimentos y el principal proveedor de gas y petróleo para Europa.
En Estrasburgo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, afirmó que no abandonarán a Ucrania y seguirán castigando a Rusia para debilitarla cada vez más. “Es la autocracia contra la democracia. Estoy aquí con la convicción de que con el valor y la solidaridad necesarios Putin fracasará y Europa y Ucrania vencerán” (Masclans, 2022). A la par, en el 2019, se conocían documentos de la Rand Corporation, uno de los ‘think-tanks’ más influyentes del gobierno de Estados Unidos, en el que se sugería obligar a Rusia a extenderse y generar desequilibrios en su poder militar, económico y político, esto en respuesta a que la nación estadounidense está viendo debilitada su hegemonía internacional frente a otras potencias como China (Zamorano, 2019).
La respuesta de Rusia ante estas sanciones y bloqueos económicos fue el de mantener una posición basada en la soberanía y la autonomía, decidiendo transitar su economía hacia China, India, Irán, entre otros, generando rápidamente bloques comerciales fuertes en los que poco a poco se desplaza el dólar como moneda de cambio y se cierran negocios con los países y bloques comerciales, acelerando la emergencia de China como potencia y la de un orden multipolar. Lo cierto es que estas sanciones están devastando a Europa, su economía y no a Rusia. Mucho más dramático aún a las poblaciones y con mayor impacto a los menos favorecidos. Se suma el aumento de las tensiones entre EEUU y China ante las provocaciones en Taiwán, la visita de la congresista Nancy Pelosi a este último fue asumida como una afrenta por parte de Pekín, que de inmediato desplegó ejercicios militares sobre el mar de China Meridional, quien a su vez llevó al anuncio del presidente norteamericano Joe Biden de defender la isla si se produce una agresión por parte de China (Euronews, 2022).
Estas situaciones han provocado, además, el ascenso mundial de la derecha y de las tendencias neofascistas, que en el caso de Ucrania están presentes; las incalculables ganancias de los grandes fabricantes internacionales de armas —en su mayoría norteamericanos—, al aumentar el gasto militar global, entre otras. Los señores de la guerra, pero también las petroleras, aumentan sus ganancias y mueven al mundo hacia una mayor dependencia de los combustibles fósiles a pesar de las alertas globales de una ya provocada catástrofe ambiental. Al igual que en Letonia, el suministro de gas ruso también se cortó, a consecuencia de las sanciones contra Rusia, en Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Polonia. En el resto de países, el flujo va secándose. Alemania, Francia, Italia, España, sufren el impacto de esta crisis energética, pero también Sri Lanka, Bangladesh, y en Nuestra América, Panamá y Ecuador, países que han tenido movilizaciones sociales por la escasez de combustibles, alimentos y energía.
Ahora bien, Cambio Climático y Crisis Energética se suman. Durante la reciente ola de calor registrada en Europa, en donde se marcaron temperaturas que en algunos casos superó los 50 grados centígrados (Noticias ONU, 2022), fenómeno que derivó en una de las sequías más fuertes y devastadoras de los últimos 500 años, afectando el transporte fluvial ante el bajo nivel del agua, en algunos casos al ya inexistente caudal de los ríos y, lo más complicado, en la pérdida de los cultivos; situación que se sentirá a mediano plazo, pues se suma a la crisis alimentaria. Francia, por ejemplo, espera su peor cosecha de maíz en 32 años debido a la sequía, uno de los mayores productores agrícolas de Europa (RT, 2022). Otro de los elementos que hace aún más apremiante y sentida la crisis energética para la sociedad, es la llegada del invierno, que se espera sea uno de los más fuertes de las últimas décadas. Sin duda, este invierno provocará más muertes y mayor impacto en las ya maltrechas economías del primer mundo que sufre el cúmulo de malas decisiones de sus gobernantes. Las protestas en Europa no se hacen esperar (Campos, 2022), presionan a los gobiernos por cesar en su apoyo a Ucrania y en contra de las sanciones a Rusia, protestas que seguirán creciendo en la medida que el invierno vaya llegando.
Es así como, en la medida que llega y se va sintiendo acercarse el invierno, se van viendo cambios de posición: Hungría manifiesta públicamente no estar de acuerdo con las sanciones europeas al gas ruso, Alemania y Francia critican los elevados precios del gas que les vende EEUU, Bulgaria levanta las sanciones al combustible ruso, e Italia vuelve a comprar en rublos el gas ruso.
En paralelo, los ataques al oleoducto Nord Stream 1 y 2 en el Báltico, no se hacen esperar (BBC, 2022), lo que limitaría aún más el abastecimiento, de seguir avanzando el acuerdo país a país, de retomar el abastecimiento ruso.
Lo público vs lo privado
Ahora bien, hacer frente a esta crisis energética requerirá de una infraestructura institucional capaz de salvaguardar a las comunidades y en mayor medida a los menos favorecidos. Esta realidad exige revisar el impacto del neoliberalismo al convertir servicios públicos en mercancías, entregando dicha prestación a empresas privadas, sobre todo, transnacionales. Las consecuencias son evidentes y quien sufre es la población en general. En 2016, el 62% de la generación eléctrica en el mundo era pública cuando 32 de las 50 más grandes compañías en el mundo eran públicas.
La financiarización está presente en el sector y se lo fue tomando, quedando a merced de la avaricia de los grandes capitales en el sector energético, una realidad que se siente en tanto repercute en un mal servicio, irracionales costos y condiciones desventajosas para los pueblos, protegidos por la llamada seguridad jurídica. Es urgente, para avanzar hacia una autonomía regional, recuperar la soberanía energética abandonada por el neoliberalismo. Retornarle al Estado el control de este sector estratégico es hoy una tarea esencial y urgente. Así lo ha dejado claro Andrés Manuel López Obrador, en el liderazgo que ha asumido en la región en esta nueva etapa de gobiernos progresistas en América Latina.
El plan de México, con la reforma energética que impulsa el presidente López Obrador, busca favorecer las plantas estatales de generación eléctrica: su objetivo es lograr la autosuficiencia y poner límites al avance en las ventas de energía y a proyectos privados construidos por extranjeros. Es esta una decisión soberana, que favorecerá sin duda a las comunidades y tendrá un impacto enfocado hacia una mayor inversión social. Aunque tenga sus costos en términos de relacionamiento internacional, sobre todo en lo que concierne a la inversión estadounidense, quien pondrá sus condiciones y hará valer —como históricamente lo ha hecho—, sus intereses.
Vale anotar que muchas empresas extranjeras se favorecían gracias a contratos ventajosos autorizados por funcionarios mexicanos; muchos casos de corrupción rondan estos negocios. Frente a esto, Andrés Manuel López Obrador ha dicho públicamente: “A robar a otra parte” (Los Ángeles Times, 2022). Se buscaba garantizar que la compañía eléctrica estatal tuviese una participación de al menos 54%, aun cuando el acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá prohíbe que se favorezca a las empresas locales o gubernamentales. Estas fueron algunas de las razones que tensionaron las relaciones con los empresarios y el gobierno de EEUU un lobby que terminó por desestimar esta iniciativa vía cooptación de líderes políticos locales.
Al final, a pesar de haber ganado fuerza en 2021, dicha propuesta fue derrotada en el Congreso mexicano en 2022; ante esta situación dijo el presidente: “En vez de defender los intereses del pueblo, de la nación, en vez de defender lo público, se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a medrar, a robar” (DW, 2022). López Obrador también ha repotenciado la petrolera estatal Pemex, que ha mejorado su producción, suma la construcción de una refinería (Dos Bocas) y la compra de otra, en Deer Park (Texas) y la modernización de las seis refinerías existentes, más una coquizadora en Tula. Vale decir que este sector se nacionalizó en el país desde 1938.
La batalla por el litio
Ante la transición energética hacia la electrificación, el litio cobra especial y estratégico valor, igual el cobre, entre otros minerales y tierras raras. Es histórica la dependencia de Occidente (Estados Unidos y Europa) de las materias primas y recursos naturales del Sur global, por esos sus giros coloniales constantes que hoy cobran especial valor ante un orden multipolar.
En un informe del mes de septiembre de 2022, la Asociación Europea de Metales hizo público el tamaño de la escasez de metales que, Europa enfrentará para cumplir con sus objetivos de transición energética, y sus registros son abrumadores, ¿Dónde conseguirán esa creciente demanda de metales? Y ¿cómo? Las rutas del litio y el cobre serán esenciales.
De acuerdo con los diferentes escenarios de tecnología de energía limpia de la Agencia Internacional de Energía, una trayectoria climática mundial alineada con el Acuerdo de París requerirá casi el doble del volumen de metales para 2050, a medida que el mundo continúe con sus políticas climáticas actuales (por contexto, ~80 Mt de nuevos requeridos). Los metales base de alto volumen como el aluminio y el cobre dominan en términos de su tonelaje utilizado en tecnologías limpias, pero varios metales de bajo volumen como el litio, el cobalto y el disprosio tendrán una demanda extremadamente alta a partir de la transición (Eurometaux, 2022).
El control de este recurso pone en la mira de los intereses privados a América Latina, pues tan sólo, Bolivia, Chile, Argentina, Perú y México controlan alrededor del 67% de las reservas mundiales del llamado oro blanco, según datos del Servicio Geológico de EEUU. La reforma a la Ley Minera en México aprobada en abril de 2022, impulsada por López Obrador, busca evitar que un mineral estratégico que significa el futuro de las industrias y la tecnología que se va a emplear en el mundo, en la era “Verde”, sea monopolizado por empresas y gobiernos extranjeros. “Se reconoce que el litio es patrimonio de la Nación y su exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento se reserva en favor del pueblo de México” afirma el mandatario (El Financiero, 2022). En este orden este primer semestre de 2022, Andrés Manuel López Obrador (México) y Luis Arce (Bolivia) firmaron una carta de intención rica en conceptos, entre ellos, el de la creación de una entidad regional del litio. En su momento, los asesores de las partes hablaron privadamente de algo asimilable a lo que es la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pero no global, sino exclusivamente americana y sobre el litio.
Ya la vicepresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner manifestó su apoyo a este tipo de iniciativas, vislumbrando las próximas elecciones en Argentina; se espera crezca esta iniciativa entre los nuevos gobiernos de corte progresista en Nuestra América. Sin duda es un desafío a los poderes instituidos globales, la viejas y nuevas hegemonías: EEUU, China y el mundo empresarial global.
Colombia
Colombia tiene una de las matrices de generación eléctrica más limpias del mundo. A diciembre de 2018, la capacidad instalada de generación en el Sistema Interconectado Nacional fue de 17.312 mega-watts (MW). De esta capacidad instalada, el 68,4% correspondió a generación hidráulica, casi el 30% a generación térmica (13,3% con Gas Natural, 7,8% con combustibles líquidos y 9,5% con carbón) y aproximadamente el 1% con Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER) (eólica, solar, y biomasa) (Planas Marti & Cárdenas, 2019).
En 1994 se realiza una reforma al sector eléctrico, que se desagrupa en generación, transmisión, red de distribución y comercialización. En 1995 se liberaliza el mercado energético. Ahora más de la mitad de la capacidad de generación es privada, menos en el tema de distribución eléctrica. Tres compañías juntas: Empresas Públicas de Medellín y las privadas ISAGEN y ENEL con su marca EMGESA controlan el 52% de la capacidad de generación total.
En materia de energías solar y eólica están Hitachi Energy, Siemens Energy e ISA, y se vienen alistando, desde hace varios meses, para entrar con pie derecho en el negocio que, según la proyección del Ministerio de Minas y Energía, crecerá en un 50% en los próximos cuatro años. Vale recordar que, en este caso, los complejos a gran escala para el almacenamiento de energía son piezas clave para garantizar la energía en firme de las plantas eólicas y solares que le entregarán la energía al sistema interconectado del país (Portafolio, 2022).
El precio de la gasolina, por su parte, ha sido un tema no asumido por gobiernos anteriores, y representa un gran reto para el Gobierno Petro. Colombia no es un gran productor de petróleo, pero ha afincado su economía en el sector extractivo y de hidrocarburos; ahora, ante la crisis europea, la demanda de carbón crece, así como la de carbón y gas, pero es un contrasentido en plena crisis ambiental. Frente al anuncio del incremento paulatino del precio de la gasolina, que ha causado malestar en la población y es uno de los factores de impacto en la inflación, además de protestas sociales en diferentes países —como Ecuador y Panamá recientemente—, el mandatario explicó que los últimos gobiernos en Colombia, para mantener estable el precio interno de la gasolina, crearon un fondo de estabilización de precios de los combustibles que resulta ser muy costoso para el país; por otro lado, el actual gobierno enfrente un gran déficit que “por falta de pago del gobierno anterior es de $10 billones por trimestre”, con lo que la cifra anual ascendería a $40 billones. “Casi la mitad del déficit del presupuesto nacional. Es necesario asumir este tema con responsabilidad”, aseguró Petro que “la otra cara de no subir la gasolina y aumentar el déficit del fondo es dejar aumentar el hambre y la pobreza en Colombia” (Petro, 2022).
En este sector, pensando en el bienestar de las poblaciones y en el interés nacional, es importante articular esfuerzos regionales en pos del control de la producción, distribución y comercialización de la energía en manos de empresas estatales. La crisis que ya camina así lo exige: evitar las refinadas formas de colonización. En materia de energía y crisis climática, el debate debería estar centrado en ir generando cambios en el sistema económico mundial, cuestionando el concepto de desarrollo como crecimiento en escala ascendente, pues el planeta y la realidad social no dan espera.
Sin embargo, la realidad global nos muestra que esta no es aún la preocupación central de los gobiernos y mucho menos de las grandes empresas globales, sino que, por el contrario, sigue siendo el de acaparar, capturar, ampliar, controlar las fuentes existentes de producción de energía, con el fin de mantener el engranaje del crecimiento, aún a costa de la miseria de múltiples comunidades y de la devastación ecológica.
Al parecer, por las declaraciones de Gustavo Petro en la ONU en materia de compromisos ambientales y en temas de responsabilidades globales, Colombia tendrá este tema en su agenda internacional, desde una perspectiva de cuidado y protección de la vida, un asunto complejo a la hora de contrarrestar los intereses globales por más y más recursos, disponibles en corto tiempo y a bajo costo.
Militarización y servicios ecosistémicos
Un tema de agenda, que ya prende alertas, es la financiarización de la naturaleza y deuda pública, haciendo énfasis en la bioeconomía como el sustento teórico para la apropiación de las funciones de la naturaleza (fotosíntesis, ciclo hídrico, el aire, entre otros) concebidos como “servicios ecosistémicos” y activos financieros para la acumulación del capital y el control (imperial) de la naturaleza y de los territorios, que se entregan al Comando Sur de EEUU, para su “protección” de la Amazonia. A la par que Colombia solicitó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el marco del Convenio Interactivo de la Cumbre de las Américas (2022), un crédito para desarrollar un plan de Acción para monitorear satelitalmente la Amazonía, en el marco de la Política internacional de Norteamérica para la expansión de los mercados verdes, establecida en el documento “Órdenes Ejecutivas del Gobierno NA para abordar la crisis climática”, es un asunto central que deberá ser tratado con energía por el movimiento social y popular, no solo de Colombia sino de la región por todo lo que sabemos que esto implica.
Bibliografía
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