Precios del petróleo: su impacto en la economía y en el mercado laboral
Análisis realizado por Oscar García, dirigente de la Unión Sindical Obrera y activista político de Poder y Unidad Popular – Congreso de los Pueblos, en diálogo con Periferia, Colombia Informa y Cedins.
La economía y el presupuesto nacional de Colombia, tienen una dependencia creciente del petróleo. En septiembre de 2012, Colombia cambió su indicador de crudo de referencia WTI, la cual usaba desde 1985, al BRENT, alentada por la mayor cotización de éste debido a la demanda creciente en Asia y Europa, también por la menor cotización del WTI dada la sobre oferta de petróleo canadiense.
Los efectos que tiene la reducción de los precios de los hidrocarburos en las economías dependientes de su producción o exportación son diversos: menores ingresos por el valor de sus exportaciones, debilitamiento de la industria local, mayor dependencia de productos manufacturados, lo cual tiene relación con la mayor o menor depreciación del peso ante el dólar, disminución del gasto social y aumento de la pobreza y la conflictividad.
Colombia, por ejemplo, debe importar diversos productos para poder solventar las necesidades del sector productivo y del consumo de la población. Sus exportaciones son deficientes y poco diversificadas, indicador de un claro desbalance de su comercio internacional.
Los productos manufacturados ocupan la mayor proporción de las importaciones, seguido por insumos agropecuarios, alimentos y bebidas, y por combustibles y productos requeridos por el sector extractivo.
Colombia es unos de los países más afectados en América Latina por el desplome de los precios del crudo, pues más del 50% de sus exportaciones son combustibles y productos de la industria extractiva, lo cual, aunado a la depreciación del peso, puede llevar al derrumbamiento de su economía. La volatilidad de los precios del petróleo en las últimas décadas ha sido una constante. Basar nuestras exportaciones en la industria extractiva es un doble problema al que Colombia está expuesta.
Estamos asistiendo a una guerra que va más allá del petróleo, sin embargo éste juega un papel de muy importante en la disputa mundial por el control político, económico y comercial.
Esta compleja disputa mundial tiene al petróleo como un arma de guerra para debilitar al contendor. Los actores de la crisis del 2014 vuelen al ruedo: Estados Unidos, La Federación Rusa y Arabia Saudita, ya sea excediendo la producción o pactando alianzas con alguno de sus contendientes que cuente con reservas petrolíferas relevantes. También hay otros países con grandes reservas mundiales, pero su poco o limitado poder, o los cercos políticos y económicos que se le han impuesto, le quitan importancia en el concierto petrolero mundial. Tal es el caso de Venezuela, quien tiene las reservas certificadas más grandes del mundo, y de Irán, que posee la cuarta parte de las reservas mundiales.
Los países de la región del medio oriente tienen una ventaja sobre muchos otros países productores de petróleo por sus bajos costos de producción petrolera. En Arabia Saudita y Kuwait los costos de producción son inferiores a los 10 dólares, en México ese valor es de 24 a 25 dólares, en Colombia el promedio es de 24 a 29 dólares, y en Rusia es alrededor de 32 dólares. Las ventajas para los saudíes son mucho más alentadoras, pero a largo plazo se complicará su situación económica.
Algunos miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), más otros países productores, entre ellos Rusia, a la postre el de mayor peso, propusieron mantener un acuerdo de cuotas de producción para mantener un nivel estable en los precios del petróleo. Sin embargo, Rusia, segundo productor y número seis en reservas mundiales, no estuvo de acuerdo con la reducción, pues ello significaba ceder cuotas de producción a sus contradictores. La respuesta de Arabia Saudita fue el incremento de la producción petrolera, una abierta declaración de guerra a Rusia que generó una presión sobre los precios a la baja.
Adicionalmente, la pandemia del covid-19 constituye una presión adicional, pues la demanda de combustibles y los productos derivados de los hidrocarburos ha disminuido por el confinamiento de los ciudadanos y el cierre de fronteras aéreas, terrestres y marítimas que han adoptado los distintos gobiernos.
Tal vez uno de los más beneficiados de la crisis sea Rusia, y el mayor damnificado Estados Unidos, quien sufrirá los efectos en la producción de crudos de esquisto. Sin embargo, está dentro de sus cálculos imperiales de dominación, puesto que es un asunto que implica dimensiones comerciales, políticas, mercados laborales y control territorial y militar.
Los impactos sobre el mercado de trabajo del sector petrolero
Paradójicamente, el sector extractivo no es el que más demanda empleo en Colombia, siendo esta una de las industria que mayor valor agregado genera en una economía siempre y cuando este desarrollado todo el proceso industrial encadenado. Pero Colombia exporta gran parte de la materia prima que produce, y escasamente procesa sus necesidades relacionadas con combustible y sus derivados, no desarrolla otras cadenas de valor de esa industria, los cuales generalmente tiene que importar.
El valor agregado de la explotación de minas y canteras representa apenas el 5.55% del PIB nacional, apenas por encima del suministro de electricidad, información y comunicaciones, actividades financieras y de seguros, y actividades artísticas. La explotación de minas y canteras, a la postre, es el octavo sector que genera valor agregado en la economía del país, y en el 2018 fue la décima generadora de empleo.
Los trabajadores son los primeros afectados en estas crisis. En la de 2014, más de 20.000 trabajadores fueron despedidos o sufrieron recortes de sus derechos laborales, los cuales no lograron volver a recuperar.
En el marco de esta crisis, la Unión Sindical Obrera [sindicato de la empresa estatal petrolera Ecopetrol] no tiene un consolidado de los trabajadores que han sido afectados por diferentes medidas, la gran mayoría trabajadores tercerizados y con contratos precarios. Sin embargo, ya se han tenido noticias de cientos de despedidos, presuntos acuerdos de terminaciones de contratos por mutuo acuerdo, licencias no solicitadas y no remuneradas por los trabajadores, o envíos a vacaciones.
¿Qué plantea la USO?
La USO impulsa la creación de un fondo para ayudar a los trabajadores, interlocuta ante las empresas, principalmente con Ecopetrol, para mitigar las afectaciones a los trabajadores, y vigila el cumplimiento de sus derechos legales y de las convenciones colectivas.
Hasta el momento la USO no ha consolidado una propuesta política para atender esta crisis. Sin embargo, el gobierno no debería aprovechar la situación para adelantar reformas que precaricen más a los trabajadores, pues el confinamiento y el miedo generado por la pandemia del covid-19 restringe la expresión popular en las calles.
Además, ante la crisis de precios del petróleo, el país y el gobierno deberían contemplar una reforma de la política petrolera que permita generar recursos de impulso para otros sectores de la industria nacional, fortalecer los encadenamientos productivos y otros sectores para diversificar la economía y las exportaciones.
Con esa reforma, el gobierno también debería impulsar la sustitución de los combustibles fósiles por energías limpias. La misma industria de los hidrocarburos, teniendo en cuenta los recursos que genera, debe ser el motor que promueva el viraje.
Urgente, además, reanudar las conversaciones de paz con el ELN, y las relaciones bilaterales con Venezuela para consolidar una coordinación económica y política en el marco de la solidaridad internacional.