Campesinos despojados de medios de vida
Por : Freddy Díaz- Investigador del Cedins
“Hay que sembrar palma africana a toda hora, que no se nos quede un día sin sembrar palma africana”. Así arengaba el innombrable sobre este sembrado en el 2014.
Ha transcurrido una década desde entonces y las consecuencias de la agroindustria de esta palma son inocultables y graves sus repercusiones. Uno de los casos que puede ejemplificar esta realidad lo encontramos en el corregimiento de Simaña, municipio La Gloria, Cesar, donde este cultivo penetró en el año 2006.
Simaña, al igual que la mayoría del país, era una zona consagrada a la producción de alimentos, tales como la yuca, el plátano, el maíz, el cacao y la pesca. Esta producción era necesaria para la sobrevivencia de sus habitantes locales y para la dinamización de la economía local, y así lo fue hasta el momento en que sufrió una incursión paramilitar, sus habitantes fueron despojados de sus tierras, las que posteriormente fueron transformadas en función de la agroindustria de la palma africana.
La historia del cultivo de palma y la de esta región han estado marcadas por laviolencia y la desposesión. Desde la época de la familia Marulanda Grillo y la des sus descendientes, hasta llegar hoy a Germán Efromovich, sus socios extranjeros y sus agronegocios, quienes no han reparado en los medios por utilizar para garantizar el acaparamiento de tierras.
Según la revista Semana, la familia Marulanda Grillo, “utilizó la violencia política de mediados de siglo para adueñarse de la tierra de los campesinos y de terrenos baldíos que eran propiedad del Estado”1, llegando a acumular cerca de 22.000 hectáreas. A finales de la década del ochenta, campesinos trataron de ocupar parte de estas tierras para desarrollar sus actividades agrícolas; en este escenario el Estado reconoce que dentro de la finca existen 1.500 hectáreas de baldíos que serían distribuidas entre los campesinos, pero en 1996, cuando iba a iniciar el proceso de titulación para los campesinos, un grupo paramilitar en complicidad de las Fuerzas Armadas se tomó la zona en varias ocasiones y generó la desterritorialización de 287 familias 2.
El tiempo pasa y la necesitad de tierra no es satisfecha. A pesar de las amenazas de los paramilitares, los campesinos persisten en retornar a la tierra de la que han vivido. En la actualidad la hacienda pertenece al Grupo Synergy –con Germán Efromovich a la cabeza–,que la compró a la familia Marulanda, bautizándola de nuevo, ahora el predio es llamado “Hacienda La Gloria”.
Con el nuevo nombre, además de los capitales internacionales que trajo Efromovich, también llegaron promesas de “desarrollo”, seguridad laboral y económica para los habitantes de Simaña. Propaganda, ilusiones, el tiempo pasa y lo único que persiste aquí es una presión mal disimulada contra la población del municipio, proveniente de la imposición de monocultivos sembrados en la Hacienda desde el 2008. Siete años han transcurrido para que sus habitantes constantes el “desarrollo”: contaminación, desarraigo y pobreza.
¿Desplazamiento por contaminación ambiental?
“Acá vivimos de aguantar hambre”, es lo que expresa una de las habitantes de Simaña e integrante de Asocadar –Asociación Campesina de Desplazados al Retorno, organización que agrupa a 84 familias del municipio–. Desde la llegada de la palma al corregimiento, se generaron un conjunto de problemas, que han puesto en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria de su población, ya que al haber entregado sus tierras agrandes empresas cambiaron sus cultivos por el negocio de la palma, por lo cual los alimentos que consumen deben ser traídos desde Ocaña; mientras deben esperar largos periodos para recibir las ganancias del cultivo.
De acuerdo a información entregada por Asocadar, ninguna persona que integre alguna de estas organizaciones, o cualquier otra, puede trabajar en los cultivos de palma dirigidos por el Grupo Agroindustrial Hacienda La Gloria, o en los cultivos de piña a cargo de La Dolce Vista State Inc Sucursal Colombia –socia de Efromovich–.
Estas empresas pagan sueldos de $190.000 quincenales, y no cubren seguridad social, ni demás pagos exigidos por la ley. Además, todo aquel que tenga más de 40 años tampoco es contratado. Al no existir más fuentes de trabajo en la zona, y ante la imposibilidad de sobrevivir del cultivo de su tierra, las personas están obligadas a trabajar allí con todas las implicaciones desprendidas de tal sometimiento.
En este contexto también están presentes graves problemas ambientales y sanitarios producidos por la agroindustria. De acuerdo a los habitantes de Simaña, las agroempresas tienen cinco presas en el río, para utilizar el agua contenida allí en épocas de sequía. Por lo que los pescadores han visto afectada su actividad económica y principal fuente de alimentación. Además, los residuos generados por los monocultivos son vertidos a las quebradas que alimentan al río Simaña, generando problemas de contaminación en éste y el aire de las vecindades, realidad padecida y denunciada con angustia por parte de las comunidades.
Desde los tiempos de la arrocera en la finca, la quebrada El Mico se secaba, lo mismo sucedía con el caño La Pita, dinámica ahora recrudecida desde que las empresas de monocultivos entraron a la zona. La quebrada Aguardientera ha perdido su caudal, la ciénaga Cienagüita, ubicada junto a los sembradíos de piña, ha perdido su vida y nivel de agua. Al igual que los casos anteriores las ciénagas Las Pavas y Molina han sufrido impactos en su biodiversidad.
De acuerdo a los pobladores, el río Simaña recibe todos los vertimientos de la Hacienda, por lo que se ha perdido casi toda la vida en él. Ahora es casi imposible pescar algo, mientras que hace unos años con una atarraya se podía pescar lo necesario para la familia y para vender. Pero con la contaminación del río no sólo se afecta su vida, también sufre sus consecuenciasla sociedad que se alimentaba de la pesca.
Informado de lo sucedido con el recurso hídrico, Corpocesar realizó durante tres años muestreos para conocer lo que estaba produciendo dicha problemática y saber sobre los impactos producidos para la salud de la población de sus entornos, pero todo indica que ni vió ni midió ni realizó muestras de ningún tipo, pues luego de las actividades allí desarrolló la Corpocesar todo continuó igual; para colmo, la población local nunca conoció los resultados arrojados por las muestras realizadas. Por su parte, el Alcalde y el Gobernador guardan silencio respecto a lo que sucede en el corregimiento, sin presentar soluciones a los problemas que aquejan a la comunidad.
De acuerdo a ésta, pasa el tiempo y no hay solución alguna a la vista, por el contrario, todo es más grave, de tal manera que por la contaminación ya no es posible entrar en contacto de alguna forma con los cuerpos de agua de la zona porque lo único que se gana son problemas dermatológicos o intestinales. Los campesinos se quejan porque bañarse en el río “produce rasquiña y brotan granos por el cuerpo”.
Pica el cuerpo, además de brotarse, pero también el aire se infecta de malos olores y provenientes de la zona donde se ubica la despulpadora, y no sólo es el malestar por el mal olor,ya algunos habitantes de Cimañana presentan y padecen problemas respiratorios, problemas que no habían tenido hasta el momento en que la despulpadora entró en funcionamiento.
El daño ambiental no para. Además de las empresas mencionadas, “pequeños” agroindustriales han sembrado palma en zonas inundables y han secado ciénagas en áreas cercanas a Simaña, para poder sembrar allí sus cultivos, profundizando aún más los problemas relacionados con la disponibilidad de agua en la zona.
Además de la contaminación, aparece el alto consumo de agua requerido por los monocultivos. Las altas demandas del preciado líquido empieza a generar conflictos sociales por el acceso al mismo 3.
De acuerdo a Corpoica 4,el consumo de agua de cada palma es de 6 litros de agua por día. Según Fedepalma, en condiciones normales se cultivan 156 palmas por hectárea, lo que daría un total de 936 litros de agua diarios por hectárea. El Grupo Agroindustrial Hacienda la Gloria 5, a 2012 tenía proyectadas 6.800 hectáreas,que requerirían de 6’364.800 litros diarios de agua (que equivalen a un río de caudal de 75 litros por segundo). La vida útil de las palmas es de 20 años, y demandan cantidades de agua que compiten con las actividades humanas en el área de influencia de los cultivos. De esta manera, y ante la imposición del monocultivo, los habitantes del corregimiento deben tomar el agua de un pozo construido por ellos mismos, ya que ninguna entidad estatal se interesa por dar solución a la falta de agua para el consumo humano.
“Hay que sembrar palma africana a toda hora, que no se nos quede un día sin sembrar palma africana”. De hacerle caso a este “sabio consejo”, el país quedaría seco. El caso de Simaña es una muestra de las graves y profundas transformaciones causadas por la agroindustria, en este caso de la palma en el Magdalena Medio, cuyos efectos ambientales empiezan a generar nuevas inquietudes sobre otros tipos de desterritorialización forzada, esta vez por la privación de los medios de vida.
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1 Visto el 19/12/14 http://www.semana.com/nacion/articulo/el-caso-marulanda/47019-3
2 Amnistía Internacional (1997). Colombia Hacienda Bellacruz: Tierra, violencia y fuerza paramilitar.
3 Visto el 27/12/14 http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/ndetalle/article/se-agudizaran-conflictos-por-uso-del-agua-para-cultivos-de-palma.html
4 Corpoica. Todo Sobre Palma de Aceite.
5 Visto el 27/12/14 http://www.haciendalagloria.com/portal/sostenibilidad/#tab-id-4