Salario ínfimo y precarización
Por: Alfredo Burbano – Alejandra Porras
El 24 de diciembre de 2013, con la llegada del niño Dios, vino también un nuevo regalo de las clases empresariales y el gobierno a los trabajadores colombianos: la fijación del salario mínimo. Solo que este regalo parece resultado de una confabulación entre Heródes y Poncio Pilatos para amargar el año nuevo no solo de la clase laboriosa sino de toda la sociedad colombiana.
Resultado de la imposición de las políticas neoliberales y su filtración en la Constitución Política de Colombia, fue creada la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, organismo tripartito donde Empresarios, Gobierno y Trabajadores discuten y supuestamente acuerdan entre otras cosas los criterios para fijar los incrementos del salario mínimo. No hay que ser mal pensado para imaginar que, como efectivamente sucede desde su creación, el gobierno se alía con los empresarios en contra de la clase trabajadora y terminan haciendo mayoría o definiendo el incremento por decreto; sin embargo, las centrales obreras siguen concurriendo a este escenario sin lograr un solo triunfo desde su creación.
En el debate del pasado Diciembre las propuestas del Comando Nacional Unitario sobre este punto se fijaron en el 8% de incremento salarial y de 12% de incremento en el subsidio de transporte, pero el gobierno nuevamente se guió por los intereses del empresariado y fijo el alza en un 4,5% ($26.500 mensuales equivalentes a $883 pesos diarios). Luego de esta decisión Juan Manuel Santos manifestó “es un acuerdo justo, equilibrado y conveniente” mientras que en un arranque no se sabe si de ingenuidad o cinismo el presidente de la CGT Julio Roberto Gómez dijo que “es una conquista del movimiento sindical, pues no hay que olvidar que fue una verdadera odisea mover a los empresarios desde su oferta inicial de 3,3 por ciento hasta el 4,5 pactado”(1)
Sin embargo este acuerdo y el contexto en el cual se ha desarrollado no es justo, ni equilibrado, ni mucho menos es una conquista del movimiento sindical, veamos:
1. En el país hay un acumulado de inequidad e injusticia social que difícilmente se resarce con el miserable incremento del salario mínimo que se impone año tras año. Según el Economista Libardo Sarmiento el 40% de la población más pobre accede y apropia a tan solo el 12% del PIB, mientras que el 10% de los más ricos se quedan con el 39,1% (2). Esta situación producto de la intensiva explotación de la fuerza de trabajo, pero también de las relaciones de poder existentes, está en la base de la miseria y pobreza de la mayoría de los colombianos y colombianas y especialmente de la clase trabajadora.
En medio de una tendencia, que ya es de largo plazo, de caída de los salarios y de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, lo que se requiere es un alza generalizada y progresiva de los salarios que equilibre las altas ganancias del capital frente al trabajo ya que mientras en 2012 las empresas más grandes se embolsillaron $50,6 billones, los trabajadores a los cuales beneficia el salario mínimo apropiaron apenas un poco más de medio billón. Un alza salarial que persiga estos objetivos debe permitir a los trabajadores y trabajadoras, por lo menos acceder a la canasta básica familiar para obreros la cual tiene un costo de $1’300.000.
2. La política laboral no refleja ningún tipo de equilibrio frente a los beneficios que se les brinda a los capitalistas. Debemos recordar que este nuevo acuerdo de salario mínimo expresa y materializa la regresiva reforma tributaria mediante la cual se eximieron a los empresarios del pago de los aportes al SENA y al ICBF y se redujeron en un 8,5% de la cuota para el pago de salud. Estos beneficios le permiten a los capitalistas ganarse $6,7 billones más.
La política económica le impone las reglas a la política laboral y no podría ser de otra manera. Por ello, en un régimen orientado a garantizar la acumulación de capital, la política laboral no se orienta ni siquiera a garantizar los mínimos derechos, sino a golpear al trabajo para que las ganancias de los empresarios se incrementen. Al decir del economista Eduardo Sarmiento “la ley vigente de fijación del salario mínimo se estableció durante el predominio neoliberal y estaba orientada a hacerlo inocuo. La comisión tripartita encargada de establecer el punto de referencia emplea procedimientos arbitrarios que sesgan el ajuste hacia la baja”(3).
3. Y si este acuerdo no es justo ni equilibrado, no puede significar una conquista para el movimiento sindical. Por el contrario, al avalar este acuerdo se ha profundizado la ya larga cadena de pérdidas de derechos sociales y económicos de los trabajadores y trabajadoras, manteniéndose la tendencia de la baja de salarios y de injusta distribución de las ganancias.
Pero quizás ese no sea el principal problema. Con este nuevo acuerdo se le echa más candela al incendio de la crisis del sindicalismo colombiano, el cual no solo se excluye como actor de transformación social, sino también como herramienta básica de conquista de reivindicaciones económicas, que es lo mínimo que se podría pedir. Si el sindicato ni siquiera permite mantener el salario, ¿para que sirve?
En un momento en que la sociedad discute caminos de paz y justicia social, la mezquindad del gobierno de Juan Manuel Santos y la complicidad de algunos dirigentes sindicales para deprimir los ingresos de los trabajadores, expresado en el injusto acuerdo de incremento del salario mínimo, no da buenas señales. Por el contrario, ayuda a aumentar el escepticismo y las desconfianzas, al tiempo que cierra caminos en la búsqueda de alternativas a la ya profunda crisis del sindicalismo.
Corresponde a los trabajadores de base, sindicalizados y no sindicalizados avanzar en estas reflexiones y explorar nuevos caminos de acción reivindicativa y política, recuperando el carácter transformador y activo de los sindicatos para el logro de derechos y para la construcción de otras formas de organización social y política.
Notas:
(1) Alza de salario mínimo estuvo 37 horas en secreto. PORTAFOLIO. Disponible en: http://www.portafolio.co/especiales/salario-minimo-colombia-2014/salario-minimo-2014-estuvo-36-horas-secreto
(2) SARMIENTO, Libardo. Reforma Tributaria, Desigualdad y Pobreza en Colombia. En: http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0336/pdfs/articulo029_336.pdf
(3) SARMIENTO, Eduardo. Salario Mínimo. Disponible en: http://www.elespectador.com/opinion/salario-minimo-columna-462546