Por una ética ecosocialista
El capital es una formidable máquina de reificación. Después de la Gran transformación de la que habla Karl Polanyi, es decir, después de que la economía capitalista de mercado se ha autonomizado, de que se ha –por decirlo así– “desatorado”, ésta funciona únicamente según sus propias leyes, las leyes impersonales de la ganancia y de la acumulación. Ésta supone, subraya Polanyi, “la transformación de la sustancia natural y humana de la sociedad en mercancías”, gracias a un dispositivo, el mercado autorregulador, que tiende inevitablemente a “romper las relaciones humanas y… aniquilar el hábitat natural del hombre”.
El siglo XXI se inicia de manera catastrófica, con un grado sin precedentes de deterioro ecológico y un orden mundial caótico, amenazado por el terror y por conglomerados de guerra desintegradora, de baja intensidad, que se extienden como gangrena a través de amplios segmentos del planeta -África Central, Medio Oriente, Asia Central y del Sur y noroeste de Sudamérica- y reverberan a través de las naciones.
Durante el transcurso del mes de mayo el CED-INS ha sido invitado a una serie de reflexiones con algunos sindicatos como SINTRAUD, SINTRAMETAL y la comisión de Derechos Humanos de la Unión Sindica Obrera, así como algunas comunidades religiosas como las hermanas Juanistas, para compartir algunas apreciaciones sobre la crisis estructural del sistema mundo capitalista y pensar alternativas de proyectos humanos que dan cuenta de la superación del paradigma productivista, consumista y enajenante del capitalismo.

