Las difíciles condiciones en las que históricamente ha estado sumido el campo colombiano, con altísimos índices de pobreza e indigencia, bajos niveles de escolaridad, bajísimos niveles de ingreso, entre otros aspectos, han precarizado la vida y la supervivencia del campesinado. A lo anterior se le debe sumar que en regiones como el Sur de Bolívar han convergido la violencia presentada a través de asesinatos selectivos, desterritorializaciones, masacres y persecuciones a líderes y organizaciones sociales y los altos intereses nacionales y extranjeros para explotar los inmensos bienes naturales que hay en la región.