Revueltas y reformas en Colombia, una mirada desde Rosa Luxemburgo
Milena Ochoa Larrotta – CEDINS
Uno de los momentos más desafiantes en los procesos de lucha es la estación posterior, y necesaria, a las coyunturas históricas, pues exige a la vez cierto desapasionamiento y la relectura de las experiencias y debates históricos de los pueblos. Es el momento que actualmente transitamos en Colombia luego del levantamiento popular que se expresó con la convocatoria al Paro Nacional del 28 de abril.
Es un tiempo que se pretende determinante en el devenir de la lucha de clases, que se expresa concretamente como lucha social y movilización popular, como si lo determinante ya no hubiera ocurrido en el momento mismo en que el movimiento furioso de los pueblos estalló y subvirtió el orden existente. Un paraje ineludible para volver la mirada atrás, como si no estuviéramos aún en ese pasado reciente que a la vez es presente en la larga historia de los pueblos en la definición de sus destinos. Sin duda, es también un periodo de tránsito para comprender que nada volverá a ser como antes, que en la práctica se resolvieron algunas discusiones políticas de larga duración y que el acumulado político y cultural logrado, aún sigue en disputa.
El capitalismo ha llevado al planeta y a la humanidad al borde del abismo, adentrándose ya en la catástrofe y por lo que se alcanza a ver, a veces de forma transparente y cínica, o de forma velada y demagógica, ha decidido explotar la naturaleza y al ser humano hasta el fin. No importan las advertencias de la mano del cambio climático, de nuevas guerras mundiales, de la muerte de millones por hambre o pandemias, o la crisis de los y las migrantes. El capital sabe que va a morir, pero ha decidido arrastrar en su carrera de muerte al planeta entero.
En este contexto y actuando a veces como freno y otras como acelerador, enfrentamos una pandemia global, que saca a flote todas las contradicciones del sistema y exacerba la lucha de clases. Una de las expresiones más claras de esa agudización de las contradicciones son los levantamientos populares que desde el 2019, y con repeticiones más agudas en el 2020 y 2021, recorren Nuestra América y países de distintos continentes. Colombia no ha sido la excepción y el reciente levantamiento genera expectativas, incertidumbres, preguntas y nuevamente la necesidad de respuestas y propuestas.
Un segundo ciclo de contra reformas neoliberales fueron el detonante para una histórica jornada de lucha en la que se confrontó el modelo que precariza la vida y profundiza la desigualdad. En un ciclo corto que hace parte del ascenso de las luchas en Colombia, desde el 21 de noviembre de 2019, se viene expresando el hastío por la cotidianidad de la pobreza y la injusticia, son las y los jóvenes quienes llevan sobre sus hombros las falsas promesas del emprendimiento y de la competitividad configurando un nuevo periodo de lucha de clases con expresiones anticapitalistas, anticoloniales, antiautoritarias y antipatriarcales.
Estamos ante la irrupción de un sujeto joven, hombres y mujeres con una territorialidad barrial y popular urbana, que los diferencia en alguna medida de los clásicos movimientos estudiantiles y sindicales, pero que los hermana en su condición generacional y de compartir el estrato más bajo de la relación salarial, mediante formas precarias e informales de trabajo. Es un sujeto múltiple con una fuerte capacidad de tensionar el Estado, de arrinconar el actual régimen político y sus instituciones, de cuestionar formas ya tradicionales de las izquierdas y los movimientos sociales estructurados.
Las protestas y las acciones de calle se diversifican, nacen héroes y heroínas en el seno del pueblo, las consignas se transforman, nacen símbolos y repertorios, las calles cambian sus nombres, sus colores y sus iconos, en cada acción se aprende y va creciendo el pueblo en sus luchas. Cada momento y todos los pensamientos son una victoria en contra del régimen, en una clara apuesta por construir un nuevo país.
Durante este tiempo se evidencia una mayor presencia y visibilidad de las y los sujetos urbanos en las acciones de protesta y las ciudades cobran protagonismo al configurarse como el escenario de lucha central para exigir condiciones y garantías ante los efectos de la gestión de la pandemia.
El repertorio discursivo del levantamiento se mueve entre la reivindicación de reformas inmediatas y el rechazo al sistema en su conjunto, la crisis del régimen uribista se evidencia con claridad y se agitan demandas que pueden condensarse en la búsqueda de un país en paz con justicia social y en la demanda de democracia a secas, entendida como necesidad de desmontar las estructuras represivas que le impiden a los y las jóvenes Ser. Estos sentimientos se anidan en la memoria temprana, puesto que aún se encuentran las expectativas depositadas en los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC – EP) y los avances en la negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Sin embargo, las clases en el poder establecieron un nuevo periodo de genocidio: desde 2016 han sido asesinados 270 firmantes del acuerdo de paz, hasta el 2020 fueron asesinados 1000 líderes y lideresas sociales; han sido privados de la libertad dirigentes e integrantes de las organizaciones populares a través de montajes judiciales y detenciones masivas; y el gobierno de Iván Duque cerró los diálogos con el ELN, escalando la guerra.
En este sentido se crea un espiral de movilización que no se detiene por la pandemia, por el contrario, el confinamiento sin una renta básica, el disciplinamiento social, la represión y la militarización en medio de medidas económicas perjudiciales para el pueblo, han sido parte de las razones de lucha en todos los rincones de la geografía colombiana.
Quizás estos no sean tiempos de revolución, pero sí son tiempos de crisis y de revuelta, de incertidumbre y de paradojas, como aquella que nos muestra a una izquierda, en casi todos sus matices, la social y la política, desconcertada y sin salidas. Por ello hay que revisitar la teoría y la historia, analizar qué ha pasado en otros tiempos con situaciones similares, y hacer una correlación del pensamiento político transformado en teoría revolucionaria con la situación concreta.
Es aquí donde el pensamiento de Rosa Luxemburgo toma nuevamente vitalidad, tanto en su crítica al inmovilismo de los partidos de izquierda que se quedan esperando que las cosas maduren y cambien por sí solas, tornando casi inútil la lucha, y en la necesidad de no perder de vista la unión dialéctica entre la lucha por las reformas (medio) y el objetivo de hacer la revolución (fin).
Rosa Luxemburgo se nos presenta muy actual. En su demoledora crítica al reformismo alemán, encabezado por Bernstein y Schmidt, se mueve por las categorías fundamentales que los procesos sociales y políticos, hoy plenamente debaten. Frente a la idea que el socialismo se puede alcanzar lenta y gradualmente conquistando reformas sociales, Rosa dice[1]:
Konrad Schmidt comete el mismo error de perspectiva histórica con relación a las reformas sociales, de las que espera que “junto con los sindicatos, impongan a la clase capitalista las condiciones bajo las cuales podrá emplear la fuerza de trabajo”. Interpretar así la reforma social lleva a Bernstein a considerar la legislación laboral como un trozo de “control social” y, por tanto, un trozo de socialismo.
Es evidente la similitud de las visiones de partidos y movimientos del llamado centro político con estas concepciones que Rosa Luxemburg critica. En una actualización de la idea de adaptarse al capitalismo y volverlo humano, y de desclasar el Estado, consideran que desde el gobierno y sin lucha, se puede avanzar a regímenes que garanticen los derechos. En esa perspectiva Rosa es contundente:
La deformación resulta evidente. El Estado actual no es la “sociedad” que representa a la “clase obrera ascendente”, sino el representante de la sociedad capitalista, es decir, es un Estado de clase.[2]
Frente a estas confusiones o ambigüedades, los movimientos populares, los intelectuales y los partidos de izquierda deben aportar en rutas y horizontes, pero es aquí donde precisamente muestran su mayor fragilidad, dejando el espacio a que partidos de centro, verdes o liberales copen el espectro de salidas y propuestas, en un campo que dominan: el gatopardismo, “cambiar todo para que nada cambie”.
El centro político se presenta en una calculada ambigüedad, deslindándose de la derecha y de la izquierda a quienes califican de extremos y polarizadores, proponiendo para posibles ejercicios de gobierno una serie de reformas minúsculas y en el peor de los casos el perfeccionamiento del capitalismo que nos tiene al borde de la extinción.
El desplazamiento de la política ha implicado que ciertos partidos y movimientos claramente reformistas, que llegaron a llamarse izquierda con políticas sociales, se han movido a la centro derecha y al conservadurismo, y lo que es más preocupante, la izquierda se mueve al centro reformista. Aquí volvemos a Rosa Luxemburgo, y a sus reflexiones sobre la relación entre reforma y revolución: esta izquierda se vuelve reformista al confundir medios y fines. En el prólogo a Reforma o Revolución, nos dice:
¿Puede la socialdemocracia estar en contra de las reformas? ¿Puede considerar como opuestos la revolución social, la transformación del orden establecido, su fin último, y las reformas sociales? Por supuesto que no. Para la socialdemocracia, la lucha cotidiana para conseguir instituciones democráticas y reformas sociales que mejoren, aun dentro del orden existente, la situación de los trabajadores constituye el único camino para orientar la lucha de clases proletaria y para trabajar por el fin último: la conquista del poder político y la abolición del sistema de trabajo asalariado. Para la socialdemocracia, existe un vínculo indisoluble entre reforma y revolución: la lucha por las reformas sociales es el medio, mientras que la lucha por la revolución social es el fin.
Omitir tanto el carácter violento y de clase del Estado y el régimen político colombiano, así como abandonar la intención de transformar profundamente la sociedad, mediante la toma y gestión del poder político, colocan a la izquierda y al llamado centro político y/o progresismo en un lugar subordinado y lleno de obstáculos, tal como se pudo ver en la experiencia de administración de Bogotá por Gustavo Petro, arrinconado por la oligarquía local y por el capital. Hoy estamos entrando en una nueva coyuntura electoral y estos debates deberían ser centrales.
Y son centrales porque estamos en el núcleo de la paradoja: en las calles y regiones un movimiento, con una parte espontánea y otra parte organizada, que empuja y pelea, ansioso de rutas y propuestas, y una izquierda, social y política, entrampada en el reformismo, cediendo en perspectivas y discursos, para tener una parte del precario aparato gubernamental.
Esta relectura de la tensión entre reforma o revolución, y bajo la misma perspectiva de Rosa Luxemburgo, ni niega la necesidad de luchar por reformas, ni es una perspectiva meramente abstencionista, sino que exige entender la lucha al interior del Estado como una disputa, como una correlación de fuerzas, donde las partes enfrentadas colocan sus propuestas para ganar en opinión y organización, si perder sus objetivos estratégicos.
Para la Izquierda se trata de ganar experiencias como movimientos y clases, sabiendo que la lucha por la reforma concientiza siempre y cuando sea solo un paso más en la lucha por una nueva sociedad.
Bibliografía
Equipo CEDINS (2021) “Nace un nuevo país desde las barricadas y bloqueos”, Recuperado en: https://cedins.org/index.php /2021/05/18/nace-un-nuevo-pais-desde-las-barricadas-y-bloqueos/
Löwy, M. (2020) “XIII Tesis sobre la catástrofe (ecológica) inminente y los medios de evitarla”, Recuperado en: https://cedins.org/index.php/2020/05/08/xiii-tesis-sobre-la-catastrofe-ecologica-inminente-y-los-medios-de-evitarla/
Luxemburgo, R. (2010) Reforma o revolución, Recuperado en: http://webiigg.sociales.uba.ar/empresasrecuperadas/PDF/PDF_08/Reforma_o_Revolucion.pdf
[1] Rosa Luxemburgo. Reforma o Revolución. P.12. En: http://webiigg.sociales.uba.ar/empresasrecuperadas/PDF/PDF_08/Reforma_o_Revolucion.pdf
[2] Ibid. P.12
Este artículo se ha publicado en el libro “La revolución es magnífica. Encuentros con Rosa Luxemburgo” , que puede descargar aquí