Notas de coyuntura (Parte I).Todo tiene su final: el 2022 y un planeta al límite.
Estas notas para el análisis de coyuntura son el resultado del trabajo conjunto de Kavilando, Ciam y Cedins.
Colombia está atravesando por un momento de transición en medio de una compleja crisis social, económica y política. Al igual que en el resto del mundo la pandemia del Covid -ahora en su variante Omicron- ha generado profundas afectaciones, potenciadas en nuestro país por la estructural desigualdad, exclusión y pobreza. La crisis económica-social ha alcanzado sus peores momentos en las últimas décadas: a corte de noviembre de 2021 la deuda pública alcanzó su nivel más alto en la historia al llegar a los 715 billones, correspondientes al 65,3% del PIB; el dólar superó la barrera de los 4.000 pesos convirtiendo al peso colombiano en la moneda más devaluada del 2021 con fuertes consecuencias para un país que mantiene grandes volúmenes de importaciones; la inflación cerró el año 2021 con 5,61% la cifra más alta en 5 años; 42,5 % de la población se encuentra en la pobreza; y el dato más preocupante, según el DANE con datos de mayo del 2021, el 63% de los hogares colombianos manifestó comer 3 comidas al día, 34,5% dos comidas al día y el 2,4% una comida al día. Es decir que 37 % de los hogares no comen las tres comidas al día.
Además, se ha intensificado la crisis humanitaria por las consecuencias del conflicto armado que se reoxigena y transforma frente a un gobierno opuesto a la implementación de los Acuerdos de Paz y a la solución política con los actores armados. En el 2021 el desplazamiento forzado creció súbitamente el 200% frente al año anterior, 72.300 personas fueron expulsadas de sus hogares por la violencia. Fueron asesinados 168 líderes y lideresas sociales, 48 firmantes de paz y se cometieron 92 masacres con 326 víctimas mortales.
En medio de esta crisis, desde el 2019 la esperanza social ha revivido por las luchas sociales masivas e históricas, particularmente con el estallido social del 28 de abril del 2021. La movilización social sacudió a Colombia y parece haberla despertado para una transformación política venidera. Con esta empezó el final de la larga hegemonía uribista anclada en el poder desde principios del milenio, con excepción del segundo gobierno de Santos. Duque será el último presidente abiertamente uribista y tal vez quedará escrito en la historia su nombre como el peor mandatario de la historia reciente.
Esta coyuntura abre la posibilidad no sólo de terminar con el uribismo en el poder sino de que una colectividad de centro izquierda diversa pueda llegar al máximo poder ejecutivo. El 2022 será un año de disputas electorales y probablemente de recrudecimiento de la crisis en esta histórica transición.
Esta oportunidad histórica se da en medio de un agitado contexto internacional con la pandemia como protagonista, la disputa por la hegemonía económica-militar mundial entre Estados Unidos, Rusia y China y en medio de importantes transformaciones políticas regionales como la acontecida en Chile con el triunfo, después de un estallido social, de un presidente de una coalición de centro izquierda. Un cambio de ciclo se aproxima.
Las tensiones globales
Los conflictos se multiplican en todas las regiones del mundo. Las causas abarcan desde la geopolítica, hasta conflictos locales por el territorio y los bienes naturales, por creencias religiosas y culturales; por supuesto se mantienen insurrecciones armadas y no faltan los golpes blandos y las guerras proxy, modalidades actuales de las intervenciones imperialistas. Todos estos conflictos tienen como telón de fondo la crisis capitalista global y sus intentos de recomposición. Aquí un repaso por estas tensiones y conflictos, en un planeta y un país que se encuentran cada vez más al límite.
La economía global: de la caída del 2020 al rebote del 2021 con tendencia al estancamiento
Como era de esperarse en el 2021 la economía global tuvo un rebote, que en gran medida no logró superar, en términos reales, la caída del 2020 y alcanzar los niveles del 2019; Ahora las proyecciones para el 2022 no pasan del 4% al 5% lo cual implica una cifra moderada con tendencia al estancamiento y presencia de altos niveles de inflación y desempleo.
En el 2020, según el FMI, el crecimiento de la economía global fue del -3,1 % y sus proyecciones para el 2021 y 2022, a fecha de diciembre del 2021, son del 5,9% y 4,9% respectivamente lo cual indica una tendencia hacia el estancamiento. Estas cifras varían un poco de acuerdo al organismo internacional que las calcula, pero la tendencia es la misma en términos generales.
A diferencia de Europa, Estados Unidos y América Latina China tuvo un crecimiento positivo en el 2020 que se mantuvo en el 2021, tendencia que seguirá liderando el crecimiento global pero con una desaceleración paulatina.
En general la tendencia hacia el estancamiento está dada por varios factores, entre ellos: la persistencia de la pandemia con su variante Ómicron que ha obligado a algunos países europeos a implementar nuevas medidas restrictivas; la espiral de inflación a nivel mundial cuya tendencia sigue en aumento; la crisis global en la cadena de suministros; el alza en los precios de los combustibles, agravada por el conflicto Rusia-Ucrania; y, las previsiones de crecimiento económico señaladas anteriormente.
En términos comparativos por región la situación tiene matices. Estados Unidos tuvo una caída del PIB en el 2020 de -3,4% con una recuperación significativa en el 2021 alrededor del 7% y una proyección del 2022 del 6%. pero pese a la cifras que parecen alentadoras la esperanza por una casi normalización se ve muy lejana (Ver los análisis del IISS); el rebrote de contagios por la pandemia del covid 19, la tasa de inflación más alta en los últimos 30 años, la crisis de los contenedores (crisis de suministros), el desempleo, la profundización de la pobreza y la desigualdad unido a una crisis de gobierno por la polarización política y la incapacidad de sacar adelante los principales proyectos legislativos, en un congreso con escasas mayorías en el senado, donde varios de sus senadores juegan en contra, no son buenas señales.
La situación de la Eurozona es bastante difícil; aunque las cifras de caída del PIB en el 2020, rebote en el 2021 y proyecciones para el 2022 son peores que las de Estados unidos, su principal preocupación está en la crisis energética y su dependencia en el abastecimiento de recursos de generación como el gas, el petróleo y el carbón. El descenso en el consumo de energía a nivel de la comunidad (Estadísticas BP), el incremento de los precios y la crisis derivada del conflicto entre Rusia-OTAN-Ucrania ya es de por sí un grave problema económico para una región que importa más de la mitad de la energía que consume y depende del gas proveniente de Rusia en un 35% del total que consume. En segundo lugar de preocupaciones está el aumento de las importaciones chinas, el crecimiento de la inflación, la crisis migratoria y la persistencia de la pandemia.
China por su parte sigue ganando terreno; en plena pandemia fue el único país con crecimiento positivo 2,2%, al tiempo que fue el único que aumentó el consumo de energía en el mismo año lo cual indica que su industria mantuvo su ritmo de producción. A la fecha China es el principal socio comercial, financiero y de inversión en infraestructura de América Latina exceptuando México (IISS); a finales del 2020 firmó el mayor acuerdo de libre comercio del mundo China-Japón-Nueva Zelandia-Corea-Australia-y países de la ASEAN, un total del 30% del comercio Mundial (Ver: IEEE.es, Las tierras raras y la lucha por la hegemonía mundial); tiene un acuerdo global de inversión con Europa (2020); y si eso no es suficiente, China es el principal tenedor de reservas en dólares del mundo y el mayor exportador de bienes y servicios. Todas estas cifras dan cuenta de las tensiones comerciales y militares que hoy se están dando entre China por un lado y Estados Unidos junto a sus aliados de la región por el otro.
Las cifras de América Latina y el caribe son aún peores. Las previsiones económicas para el año 2022 no serán suficientes para alcanzar los niveles pre pandémicos (IIEE, Looking ahead to 2022: IISS experts assess key global strategic challenges; enero 2022); los niveles de pobreza y desigualdad han alcanzado niveles récord y el aumento de la inflación castigará el poder adquisitivo en la región.
En términos generales la crisis económica está profundizando los niveles de pobreza, desigualdad, cambio climático y aumentando las tensiones en el mundo, tendencia que se mantendrá en los próximos años.
El momento geopolítico del mundo: se tensionan los conflictos entre las potencias
Tanto el documento arriba mencionado del IISS, como en el artículo de Jeffrey Sachs (El Espectador, Domingo 16 de enero) coinciden en resaltar que la crisis económica, social y política interna de los Estados Unidos amenaza su capacidad de liderazgo global. El partido de gobierno podría perder la escasa mayoría en el senado en las próximas elecciones de noviembre de este año y abonar el camino para un triunfo republicano en las elecciones del 2024; todo esto debido a la salida estrepitosa de Afganistán, la incapacidad para contener la pandemia, el incremento de la pobreza y la desigualdad, la inflación, la crisis social, el retroceso en el protagonismo mundial, etc. Ante esta situación el Presidente Biden tiene dos frentes de batalla que son interdependientes: demostrar capacidad de liderazgo interno para recuperar el externo.
Sin embargo en el balance global EEUU sigue siendo la primera potencia que se disputa su hegemonía con la alianza Rusia-China.
El cerco continúa
En la conferencia anual de diciembre 23 de 2021, Vladimir Putin dejó en claro que la Rusia de hoy no es la de finales siglo pasado o principios de este, al afirmar que el despliegue de armamento de la OTAN en Ucrania es inaceptable para Rusia. En la década de los 90, después de la disolución de la Unión Soviética, Rusia quedó sumida en una crisis económica, política y social que le hacía imposible hacer frente al avance de la OTAN hacia sus fronteras, pese al pacto o promesa de NO extensión acordado en 1990. De esta manera en 1999 ingresan a la OTAN la República checa Polonia y Hungría; en el 2004, Bulgaria, letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia; en el 2009, Albania y Croacia; y en el 2017 y 2020 Montenegro y Macedonia, Del mismo modo tanto Rusia como China asumieron una actitud “poco beligerante” ante las intervenciones militares de la OTAN y sus aliados en los Balcanes, Kosovo, Irak, Afganistán y Libia, para solo mencionar esos. Pero ahora la cosa es a otro precio, el despliegue del músculo militar ruso hacia la frontera con Ucrania advierte que no va permitir que la OTAN instale su armamento a menos de 5 minutos de vuelo de un misil a la capital rusa.
Rusia no va a permitir el ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN, así quedó registrado en el borrador del tratado bilateral que propuso a EEUU el 17 de diciembre del 2021, donde además pide que los países que fueron parte de la Unión Soviética no pueden ser parte de la OTAN, entre otras peticiones más ambiciosas y poco alcanzables como la prohibición del despliegue de armas nucleares fuera de las fronteras nacionales. La posición de este borrador es apoyada en su totalidad por China, a la vez que hace pública su alianza militar con Rusia, acordada el 15 de diciembre del 2021.
Rusia ya demostró parte de sus capacidades militares en la guerra con Georgia (2008), Siria y, además la disposición a no renunciar a su seguridad estratégica. La OTAN lo sabe y por eso, pese a su lenguaje incendiario y belicista en los medios, ha llamado al diálogo a Rusia y manifestado que ante una posible invasión rusa a Ucrania descarta cualquier respuesta militar, las sanciones serían de corte económico y político.
Según el SIPRI (Year book 2021) EEUU mantuvo en el 2020, por tercer año consecutivo, un crecimiento en el gasto militar llegando a la suma de US$778.000 millones, más de tres veces el gasto de China y más de 10 veces el de Rusia; sin embargo, las capacidades militares convencionales y no-convencionales de ambos países pueden hacer frente a la OTAN y causarles un “daño significativo no aceptable” en caso de un conflicto.
En caso de una confrontación el mayor perdedor sería Europa, por lo cual ha tratado de acercar las partes y buscar una tercera parte en la negociación Rusia-EEUU o Rusia-OTAN.
Pero el conflicto con Ucrania también tiene otros componentes económicos y políticos, como el tratar de reducir la esfera de influencia política de Rusia en Europa y limitar su espacio de maniobra económica. Es aquí donde entra en juego el tema del Gasoducto NordStream2 al cual EEUU se ha opuesto todo el tiempo desde el inicio de su construcción hasta el final de la misma el año pasado. Los intereses son varios; evidentemente Rusia podría aumentar el volumen de venta de gas y su influencia en Europa; Alemania como país receptor del gas también se vería beneficiado; el precio podría disminuir al no tener que pagar el paso por otros países y beneficiar a la comunidad europea; Ucrania se vería perjudicada, pues por ahí pasa uno de los gasoductos más importantes que van de Rusia a Europa, lo cual le representa ingresos equivalentes al 3% de su producto interno bruto; y por último EEUU quiere aumentar su participación en el mercado pues en la actualidad es el primer productor de gas natural y gas licuado del mundo obtenido vía Fracking (estadísticas BP 2021), sin embargo el problema es su alto costo de producción y transporte al mercado europeo.
Rusia/China – EEUU y el mundo Corporativo Global
La dupla Rusia – China avanza cada vez más en su plan de posicionamiento comercial y militar, extendiendo sus acuerdos y rutas por todo el mundo, generando gran temor para economías como la de EE.UU. y Europa y transformando el mapa de la economía mundo capitalista.
Estados Unidos mantiene su crisis, retrocede en decisiones y parece ahora tener que replegarse hacia América Latina como su retaguardia, presionando aún más a gobiernos que considera se podrían acercar a sus enemigos, imponiendo gobiernos proclives a sus intereses y gestando disputa regional. En este escenario Colombia juega un papel de primer orden como detonador de inestabilidad en América Latina.
En este panorama aparece un actor relevante pero difuso, diluido, no por ello menos letal y contundente: son las corporaciones globales y los entramados de carteles del tráfico de drogas que se mueven a todo vapor, imponen condiciones a los países, definen incluso la planeación de los mismos, intervienen vía elecciones (captura de la democracia) y son un actor cada vez más relevante como bloque consolidado de poder. Las grandes corporaciones inciden y trazan las políticas del BM, el FMI y organismos regionales, marcan la agenda global, regional y trazan incluso los ritmos de los conflictos locales territoriales. En este grupo de actores se incluyen por supuestos los gigantes de redes sociales virtuales que manejan la información digital, ejercen vigilancia, controlan las bases de datos en un escenario de guerra de alta tecnología social y para uso e incidencia en las elecciones, en la opinión y ataques directos a la producción en países como Venezuela, con constantes ataques a sus sistemas afectando la economía ya de por sí, maltrecha por el bloqueo.
En este contexto China amplía su presencia en un mundo en profunda crisis, que se ahonda aún más por la pandemia. Ha logrado importantes avances con la infraestructura necesaria para conectar la región a la famosa Ruta de la Seda como le han puesto a dicho mega-proyecto que interconectará a Asia en su interior y con el resto del mundo. En este proceso deja por fuera a la India y a países aliados de EE.UU que procura no entrar en confrontaciones ni provocaciones de tipo militar.
Rusia hace lo propio y logra ya casi terminar el proyecto de interconexión energética con Alemania y por ende con Europa, Nord Stream 2, trazando una nueva ruta por el mar báltico, ante las tensiones que no paran en Siria. Europa ya siente los rigores de los elevados costos del gas y la energía y el panorama para este nuevo año es de total preocupación.
Está en juego el abastecimiento de energía para Europa a precios razonables por un lado, y por otro se cuestiona la dependencia energética de Rusia.
Otro acontecimiento que marca la agenda global y tensiona grupos de actores: China –Rusia- EE.UU –Corporaciones Globales, es la retirada de Estados Unidos de Afganistán dejando como legado el control del país a los Talibán (DW, 2021). Esta acción podría ser parte de un acuerdo de tránsito de poder con EE. UU pensando en respetar extracción de productos y control territorial por su posición estratégica ante Rusia y China, pero nada está dicho aún, los Talibán y el Gobierno Chino ya han generado un acuerdo para la extracción de minerales y adelantarse a generar un ambiente de estabilidad, sobre todo pensando en la zona fronteriza y su ruta de salida hacia el mar, hacia el sur.
Lo cierto es que la salida de EE.UU de Afganistán se trata de una derrota no solo para ellos, sino también para la OTAN. Un fracaso que va en cadena: Libia, Siria y ahora Afganistán, además de la permanente inestabilidad de Irak, situaciones que ya pesan a nivel económico, político y estratégico. Ahora viene el drama e impacto de los refugiados que se distribuirán por el mundo aliado y lo que ello conlleve, pues Putin ya ha advertido de sus sospechas de infiltración de agentes terroristas entre los refugiados (Jalife, 2021).
Esta realidad deja a EE.UU en un panorama cada vez más limitado y en declive geopolítico, además de su profunda crisis interna; le queda defender su control sobre América Latina a como dé lugar, es su retaguardia. Esta será una tarea que adelantará con las únicas y repetidas herramientas: control militar, guerra sucia, apoyar a gobiernos corruptos y manipulables o negociar líneas rojas con gobiernos progresistas. De ser el caso gestar caos sobre el cual lograr control y avanzada económica, exacerbar los conflictos, interponer bloqueos de manera unilateral, además de desconocer los certámenes democráticos según la conveniencia política.
En este contexto, la guerra económica por el control de los combustibles fósiles se acentúa, al tiempo que la crisis climática ha presionado el tránsito hacia una “economía verde” que se sustenta en una transición energética que aparentemente libere al planeta de la dependencia del petróleo, pero insistiendo en el mismo modelo desarrollista de producción y consumo en escala ascendente. Esta realidad ya ha generado un nuevo momento de la crisis energética en el mundo “desarrollado”, sin precedentes, pues las corporaciones se disputan el control de materias primas que reemplazan a los derivados del petróleo, en un nuevo ciclo extractivista global que plantea incluso el fracaso de la transición y se traduce en un escenario de posicionamiento y control, donde China y Rusia tomaron la delantera.
La infraestructura eólica y solar, las baterías y los vehículos eléctricos requieren grandes cantidades de recursos que hay que extraer y reciclar. Estos van desde cobre para alambres y motores eléctricos, a litio y cobalto para baterías, a cantidades más pequeñas de metales raros como el indio y el galio para las celdas solares (Ver Roca. 2017).
Como vemos el libreto en la geopolítica es el mismo de los últimos 10 años. Cercar para contener su avance global. Por eso entra en juego la alianza militar AUKUS entre Estados Unidos, Australia y Reino Unido como una OTÁN 2.0. en el asía pacífico para contener a China.
En 2021 según el SIPRI se reportaron un total de 13800 armas nucleares, 3825 desplegadas con fuerzas operacionales, 2000 en estado de alta alerta operacional. USA tiene 3800, 1800 desplegadas, 1700 estratégicas y 100 no estratégicas. Rusia 2500, 1625 desplegadas. China 350, Francia 290, UK 225.
El enemigo económico y militar de EE.UU no es Rusia, sino China, quien tiene la capacidad de disputarle la hegemonía. A pesar del gasto militar de los EE.UU, la diferencia en la capacidad militar no es tan notable. El éxito estratégico de China es su diplomacia comercial, no hacer invasiones militares, un lenguaje realista no belicista, conciliador pero certero en los límites. Su doctrina militar es más defensiva. La disputa comercial y militar se tensionará en los próximos años en medio de esta profunda crisis global.