TLC’s, importaciones, crisis fiscal y eliminación del campesinado
Freddy Díaz – Equipo de Tierras CEDINS
La crisis papera que ocupó la opinión pública hace unos meses no fue un caso aislado, sino el más reciente resultado de la crisis que arrastra el campo colombiano desde hace décadas, pero que como muchas otras que vive el país, se profundizaron y evidenciaron por la pandemia.
La crisis que en algún momento se limitaba solamente a las exigencias de acceso a la tierra, poco a poco fue sumando reivindicaciones, a la par que las visiones de lo agrario y lo rural se iban ampliando; pero más que eso, la crisis salió nuevamente a flote cuando la realidad arrollaba con más fuerza a las comunidades rurales.
Ahora bien, pese al discurso institucional en el que se enaltecía la labor campesina y su importancia para la producción de alimentos en medio de la crisis sanitaria, y que ese sector en particular jamás se ha detenido en su labor de garantizar alimentos para el país, las comunidades campesinas debieron seguir produciendo a pérdida, tanto que muchas preferían no cosechar sus productos o decidían regalarla porque de otra forma perdían mucho frente a lo invertido.
Pese a esa realidad, el Estado, como ha sido su actuar histórico, no hizo nada en absoluto para solventarla. Por el contrario, sus acciones la acrecentaron. Cabe recordar lo presentado en las entregas del Boletín de Conflictos Territoriales de Cedins en relación a las determinaciones del gobierno Duque en el marco del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, que declaró para atender la pandemia y las atribuciones que se otorgó, entre ellas la autorización a la importación sin aranceles de maíz, soya y sorgo.
A pesar de lo lamentable de la situación, no es una novedad que ese tipo de situaciones ocurran si se tiene en cuenta la importante cantidad de TLC’s que en la actualidad están vigentes el país. De acuerdo al Ministerio de Comercio, Colombia ha firmado 16 Tratados de Libre Comercio con países de diferentes partes del mundo (ver tabla 1), lo que no sólo ha significado un desbalance para la economía nacional, sino que además ha sido una estocada mortal para el campo.
Teniendo en cuenta la gran cantidad de Tratados de Libre Comercio firmados por el país y el corto espacio de este análisis, tan sólo se presentarán algunos ejemplos que mostrarán las tendencias anticampesinas que tienen lugar en Colombia:
Unión Europea: Para el caso de las importaciones alimentarias provenientes de los países europeos destacan los jamones, trigo, cebada y lácteos (Legiscomex, s.f). Para este último, el país le entregó a la Unión Europea el beneficio de ingreso libre de aranceles a 6800 toneladas de leche en polvo. (Contexto Ganadero, 2020).
Un punto a resaltar es la importante cantidad de dinero que ha significado la importación de insumos de síntesis química para la producción y cuidado de cultivos alimentarios. De acuerdo al Mincit (s.f) de 2017 al 2019 el total importado fue de USD$286.465, lo que al cambio de hoy sería algo así como $1’055.000.000.
Por otro lado, este año los productores agrarios de Europa recibieron 40.000 millones de Euros en subsidios (El Cronista, 2020), lo cual no es para nada algo novedoso, pues de acuerdo a la OCDE, estos subsidios alcanzan el 20% total de los ingresos de la Unión Europea. (Clarín, 2019)
Estados Unidos: Colombia es el mayor receptor de importaciones provenientes de Estados Unidos en América Latina. En ese sentido la demanda de productos procesados y alimentos se mantiene alta y estable en los últimos años.
Sumado a la información anterior es necesario señalar que para el presente año a Estados Unidos se le dio el beneficio de ingresar al país 11.790 toneladas de leche en polvo libres de aranceles (Ibidem).
Así pues, es evidente la tendencia a importar de forma masiva grandes cantidades de alimentos, pero para cualquier análisis que se pretenda hacer es necesario tener en cuenta que el gobierno federal de Estados Unidos le entrega a cada agricultor alrededor de USD$16.500 anuales en subsidios (El Mundo, 2020), por lo cual cada producto que llegue de aquel país tendrá menor precio que uno producido acá.
Chile: Con países de la región, Colombia también ha firmado acuerdos comerciales que han llevado a la quiebra al campo. Tal es el caso de Chile que ha enviado hacia Colombia frutas, cereales y pescado. (Ver gráfica 2)
Como evidencia la anterior gráfica, todos los alimentos importados desde Chile se producen en el país, lo cual es una muestra más del total desinterés y podría decirse, desprecio, que siente el establecimiento por el campesinado y el productor agropecuario nacional.
Una buena manera de resumir lo indicado hasta este punto es que “el sector agropecuario de alimentos y bebidas contribuyó con un aumento del 3,4 % en las exportaciones y una caída del 1,3 % en las importaciones. Entre estas últimas, el subgrupo de legumbres y frutas tuvo un aumento del 2,3 % sobre el valor importado en 2019” (Gaitán, A., Vanegas, O., 2020).
De tal forma que las importaciones agrícolas aumentaron de 8.9 millones de toneladas en 2009 a 14.2 millones en el 2019 (Espinosa, A., 2020).
Esto último no sólo se traduce en la ya mencionada crisis campesina, sino que además aumenta el déficit de la balanza comercial agrícola, pues pasó de -323 millones de dólares en el 2012 a -1022 millones en el 2014 (OXFAM, 2015), de tal forma que no sólo se destruye la economía local de las comunidades campesinas y sus formas de subsistencia, sino que se arrastra al país a un profundo desequilibrio en las finanzas nacionales que tarde o temprano terminan asumiendo las clases populares y medias por medio de nuevos y mayores impuestos.
Es fundamental comprender que todo lo anterior se sustenta en tres elementos discursivos y prácticos que han relegado al campesinado en sus condiciones sociales y materiales pero que a la vez ha sido la palanca desde la cual se ha orquestado y cimentado la concepción y la política del sector rural:
Sin duda alguna el primero es la seguridad alimentaria. Esta concepción ha llevado a que el Estado busque garantizar el acceso a alimentos sin importar su procedencia, forma de producción o costos socioambientales. Desde allí es que se ha optado por la importación masiva de alimentos; de tal forma no sólo se quiebra al campo nacional, sino que además crea una enorme y peligrosísima dependencia del extranjero.
Eso último permite hablar del segundo. A pesar de que no es ningún secreto ni un gran descubrimiento, todos los Tratados de Libre Comercio están diseñados por y para los empresarios y sus intereses privados, pues pretenden concentrar mayor poder económico a costa de las clases subalternas, afectando a las comunidades urbanas y rurales y por ende sus proyectos de vida.
Finalmente, la liberalización del mercado y su consecuente firma de TLC’s ha profundizado y expandido la lógica competitividad, de tal manera que con ello se pretende maximizar ganancias a partir del aumento de la productividad sin asumir los costos sociales y ecológicos de la producción y disminuyendo sus costos laborales, que lleva directamente a la precarización de la fuerza de trabajo del campo y de la industria alimentaria.
Atendiendo a todo lo anterior, las históricas reivindicaciones campesinas, como el acceso a tierra, disminución y eliminación de su concentración seguirán estando vigentes, pero se quedan cortas ante la complejísima situación que vive el sector rural.
La imposibilidad de comerciar la producción generada por su trabajo dado el pésimo estado de la infraestructura terciaria, cuando existe, ha llevado aún más al extremo las dificultades económicas que deben asumir las familias campesinas. A propósito de esto es imposible no mencionar el papel determinante que desempeñan los intermediarios al apropiarse de importantes cantidades de recursos de propiedad de las familias campesinas que producen los alimentos, pero además de apropiárselos fijan los precios a los que los venden desconociendo así todo el trabajo de quienes producen. La intermediación en el comercio de productos campesinos es un eslabón clave al servicio de los monopolios nacionales alimentarios.
Otro elemento que ha llevado al campo al estado actual es el cambio climático, sus repercusiones no sólo han dificultado las épocas de siembra, sino que han generado inundaciones, deslizamientos y fenómenos climáticos cada vez más extremos que en el sector rural dejan cada vez más estragos.
Sumado a ello, el sector rural no ha sido ajeno al creciente desempleo en el país, pues son cerca de trescientos mil empleos los que se han perdido allí. A pesar de eso el Estado no ha buscado formas para crear empleo, sino que ha impulsado el agronegocio que es intensivo en capital y por lo tanto genera poco empleo; a la par, ha fortalecido el sector financiero al usar los bancos como mediadores para la entrega de préstamos que a la larga terminan convirtiéndose en un problema más para quienes acceden a ellos por la falta de condiciones para poder pagarlos.
El campo y la producción de alimentos se ha convertido cada vez más en un sector fundamental para la soberanía del país y la búsqueda de la dignificación de la vida de sus habitantes, pero se hace evidente que el interés del establecimiento no está ni de cerca en fortalecer las capacidades productivas del país y de las comunidades campesinas, su actuar ha ido en contravía de ello. Por lo tanto, sólo queda apelar a la solidaridad para que se apoyen, valoren y den el lugar que merecen las actividades agropecuarias, pero además continuar construyendo desde las organizaciones sociales las condiciones para la construcción de una nueva sociedad en la que se priorice y construya la soberanía alimentaria y el comercio justo como ejes centrales de ella.
Notas: Tratados de libre comercio de acuerdo a la tabla 1
1 Conformada por Suiza, Liechtenstein, Islandia y Noruega.
2 Conformada por Colombia, Chile, Perú y México
3 Conformada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
4 Conformada por Argentina, Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay.
5 Conformada por El Salvador, Guatemala y Honduras.
6 Conformado por Jamaica, Belice, Barbados, Dominica, Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago, Guayana, Granada, Monserrat, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas
Referencias
● Clarín. (2019). Informe de la OCDE. En la Unión Europea, los subsidios a productores alcanzan el 20 por ciento de sus ingresos.
● Contexto ganadero. (2020). Así se están moviendo las importaciones de leche y derivados vía TLC.
● El Cronista. (2020). La UE otorgará en 2020 subsidios agrícolas directos por 40.000 millones de Euros.
● El Mundo. (2020). El “rescate” del campo por Trump ha costado más que el de General Motors y Chrysler.
● Informe sobre los acuerdos comerciales vigentes de Colombia. (s,f). Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
● Legiscomex. (sf). Sector agrícola.
● Oxfam. (2015). La quiebra del agro en Colombia por el TLC: Las predicciones se confirman.
● Perfil Chile. (2020). Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
● Perfil de Estados Unidos (2020). Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
● Perfil de la Unión Europea. (2020). Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
● Portafolio. (2020). Sustitución de importaciones agropecuarias.
● Razón Pública. (2020). Los problemas del sector agrícola colombiano.
● Sociedad de Agricultores de Colombia. (2019). Colombia: El mayor importador latinoamericano de productos agrícolas y alimentos de Estados Unidos.