Descolonizar y despatriarcalizar los saberes y los territorios
Conversa planteada por Adriana Castrillón Arango, en el marco del Encuentro Idearios que movilizan las izquierdas. Armenia, Agosto de 2018.
“Mientras los hombres colonos van haciendo camino y arrasando monte, las mujeres vamos detrás sembrando frutos y pintando horizontes.”
Hace algunos días, en los grados públicos de la Universidad de Caldas fui testiga del típico desfile de graduandos: todos hombres, de la carrera de mecatrónica; y las graduandas: mujeres casi todas de carreras como trabajo social y desarrollo familiar. Veníamos durante el viaje de vuelta a Armenia discutiendo con mi tío, el más conservador (uribista) de mi familia, sobre este fenómeno y le contaba el rumor de que en los años 50`s en la carrera de trabajo social y desarrollo familiar, las mujeres se titulaban como buenas esposas y amas de casa respetables y su formación era sobre todo para que fueran dignas de ser las primeras damas y las esposas de los congresistas; les enseñaban a planchar y almidonar los cuellos de camisa de sus esposos, a hacer buenas cenas y a mantener y mantenerse impecables.Después de haber contado esta anécdota mi tío, insisto el más conservador y uribista de la familia exclamó: “qué desperdicio, todas estas mujeres encerradas en esas casas haciendo oficio cuando ahora han demostrado lo buenas gerentes, arquitectas y empresarias que pueden ser. Que desperdicio, si esto hubiera cambiado antes, de pronto este país habría sido distinto”
Abro las reflexiones con esta anécdota que me dejó muy pensativa. Por un lado con gracia al evidenciar que por muy conservador que sea mi tío, puede entender algo que es evidente y analizarlo como una problemática arraigada, condicionada de manera significativa a la organización de la clase política en Colombia y por otro lado evidencia la necesidad latente de un accionar de las mujeres en lo público.
Es muy grato haber sido invitada a este encuentro, porque curiosamente cuando hablo de mi formación académica de Diseñadora Visual casi nunca soy invitada a debates y reflexiones en el campo político y social, sino más bien (esto no lo digo con fines de queja sino como una curiosidad) a foros sobre nuevos medios de comunicación, transmedios, marketing y estrategias publicitarias, manejo de los programas Adobe y en ocasiones me invitan a que les ayude a inflar algunas bombas para las fiestas, hacer las tarjetas de cumpleaños o navidad… en fin ¿Qué diablos puede hacer una Diseñadora visual en un foro sobre cambio social?
Y aquí va mi primer intento de descolonización: el campo de la investigación en las ciencias sociales, en donde los métodos tradicionales del conocimiento positivistas y patriarcales, pareciera ser la única manera de abordar el problema de lo social, lo político y lo económico. Así pues me declaro Diseñadora e investigadora, sujeto político que en tanto crea-analiza. Con respecto a esto Zimmermann “definirá el ideal de diseñador como un <<pensador>>, como alguien que no sólo diseña esto o aquello sino que toma una postura ética y política respecto de lo que significa, en concreto, un mejor mundo humano” (Universidad de Caldas, 2009, pp. 7-8).
Al Diseño como disciplina le corresponde la proyección de mundos posibles, ojo… los mejores mundos posibles. Ese proceso de (de)construcción del mundo posible tiene un alto grado de incorporación estética, una belleza de las acciones creadas por humanos, tales como la política y la construcción de sociedades. Juan Carlos Monedero (2016) argumenta que vivimos en una dictadura financiera en la cual se ha mercantilizado la existencia misma y que es necesario volver a politizar las sociedades para lograr construir lugares posibles para todos. Monedero hace una referencia estética al respecto, en la cual apunta cosas que el capitalismo intenta usar pero no las construye, como la familia, el conocimiento, la alegría. Esas cosas no las construye el capitalismo pero las usa, las convierte en mercancía y las dinamita y construye sociedades feas y nosotros hemos apostado siempre por la belleza (CLACSO TV, 2016)
Con este primer acto de decolonización antipatriarcal del conocimiento social declaro que, necesitamos construir una política cercana a la creación artística, que involucre sus metodologías de investigación-creación, con la cual, siguiendo a Nietzsche podamos hacer de la vida misma una obra de arte.
Segundo intento de descolonización: la organización social y su modelo organizativo vertical y paternalista. Procesos de gobernabilidad patriarcales con la figura del líder descabezable versus los procesos de gobernanza; teniendo el primero como la construcción del poder y la toma de decisiones entre los actores visibles de las comunidades como líderes o representante del Estado, mientras en el segundo se entiende como la toma de decisiones y poder de todos y todas y para todos y todas, desde la base. Claro que con respecto a este punto, sobre todo en lo que concierne a la gobernanza, analizo de manera crítica el concepto, el cual nace en el seno de la economía capitalista para librar de responsabilidad al Gobierno y atribuirle responsabilidad a los ciudadanos. La gobernanza se convierte en un arma de doble filo para las comunidades si no es entendida desde una ciencia política crítica.
Bob Jessop, invita a la Metagobernanza. Este autor reseña el concepto de gobernanza desde un Estado de matriz marxista pero que ha ido evolucionando incorporando elementos de la teoría de la regulación, los sistemas autopoiéticos, las teorías del discurso y de los análisis de Gramsci y Poulantzas. La propuesta para superar la trampa puesta por el Estado-Mercado con la gobernanza, es el sistema de comarcas, en la cual, mientras los ciudadanos cooperan para la construcción de Estado, también reclaman las responsabilidades conseguidas con luchas sobre un Estado social de derecho. En el sistema de comarcas se lucha por una comarca mínima que garantice los mínimos vitales y los derechos fundamentales, una comarca democrática con sistemas de participación sólidos, una comarca femenina sorora que reivindique a la mujer y establezca paridad, una comarca endeudada en la cual se niegue la deuda externa, opresora e impagable sobre todo en los países latinoamericanos, una comarca ecológica en la cual se defiende la naturaleza, una comarca universitaria, con capacidad de autocrítica, una comarca social, una comarca informada con libertad de acceso a la información, una comarca obrera que reivindique los derechos de los trabajadores y trabajadoras y por último una comarca multicultural capaz de entender la diversidad (Jessop, 2008).
Si bien dentro de las comunidades de base es necesario el entendimiento de los sistemas administrativos y económicos y la capacidad de autogobierno, no puede haber un alejamiento de las comunidades del ejercicio para mantener el Estado social de derecho y de la exigencia de responsabilidades al Gobierno por medio de la protesta, la resistencia y la acción.
Con este segundo acto declaro la necesidad de una organización social horizontal capaz de equilibrar el autogobierno con la exigencia de responsabilidades al considerarse partícipe en el Estado social de derecho.
Como tercer acto de descolonización propongo la creación colectiva, frente a la idea patriarcal de competitividad y el eslogan Hobbesiano de que “el hombre es un lobo para el hombre” que ha debilitado la posibilidad humana de hacer juntos.
En el seno de la teoría económica con representación en Elionor Ostrom, se han mencionado fuertes críticas hacia el proceso de administración, gobierno y participación de las sociedades contemporáneas. En dichas críticas se evidencia que las teorías económicas y políticas que han tenido más divulgación e implementación durante nuestra historia, son las que ponen el proceso de acción de la gestión de recursos en el Estado o en el Mercado, porque señalan que el ciudadano es incapaz de gestionar de manera correcta los recursos que son de todos y todas para todos y todas. Al respecto de esto Ostrom señala:
“los libros de administración pública enfatizan las habilidades administrativas necesarias para una burocracia y nunca la habilidad de resolver problemas conjuntamente con los ciudadanos; los libros de economía señalan la necesidad de la intervención estatal si falla el mercado, los libros sobre ciencias políticas estudian los mecanismos de partidos y de estrategias legislativas visualizando a los ciudadanos como votantes y espectadores y nunca tratando sobre cómo se producen y entregan los servicios públicos… hasta los libros sobre gobiernos locales señalan la descentralización como evidencia de la fragmentación y no como la existencia de una organización que opera a muchas escalas diferentes” (Ostrom, 1996: 1083). (Pérez-Ducy, 2013, pp. 201-202)
La imagen más aceptada dentro de las teorías económicas y políticas tradicionales es la imagen de Hardin, la cual ante un pastizal abierto a todos, los usuarios se ven atrapados en una tragedia inexorable de sobreexplotación y destrucción la cual es denominada la Tragedia de los Comunes. Ante esta imagen y otros juegos de dilemas sociales como “el dilema del prisionero”1, Elinor Ostrom (2011, p. 28) la primera y única mujer Nobel de economía, analiza que algunos académicos y políticos alrededor del mundo presumieron que el conjunto de recursos de uso común no eran poseídos por nadie y ante su protección debían ser administrados para evitar la destrucción por parte de los usuarios.
Ante este dilema tan difundido, las dos opciones más practicadas para evitar la destrucción de los recursos comunes han sido la mirada de Hobbes mencionada anteriormente de que “El hombre es un lobo para el hombre” y necesita de un Leviatán representado en el Gobierno que lo vigile y proteja de sí mismo, o la de Smith con el Mercado que llega como salvador del Estado cuando este pierde la capacidad de administración de los recursos de una sociedad o viceversa. Estas dos únicas miradas han minimizado la capacidad participativa y la autonomía a los ciudadanos y han propiciado un proceso de infantilización del accionar colectivo que le ha quitado la capacidad a las comunidades de pensarse y auto organizarse para construir maneras alternativas de gestión de sus propios recursos de manera compartida.
La teoría económica de los Ostrom dilucidó la necesidad de ampliar el espectro de gobernabilidad y no radicalizar una relación Privado-Estado que no diera cabida a la acción del individuo en el proceso de gobierno de sus propios bienes ni el cerramiento o expropiación de los bienes compartidos. Esa relación dominación-economía se ha manifestado de maneras distintas a nivel geográfico, sobre todo en lo concerniente a los bienes que no son privados. Juan Carlos Monedero indica que en Europa los dos siglos de revoluciones ayudaron a entender que los bienes públicos son de todos, por lo contrario en América Latina tras cinco siglos de dominación y la continuación del poder estatal por parte de las élites criollas instauraron la idea de que lo público es de nadie, quedando los espacios colectivos a merced de la apropiación privada o el más estricto abandono.(Monedero, 2009, p. 189)
Descolonizar el territorio para la acción común significa entender que podemos confiar porque podemos cumplir, significa volver a tejer los lazos para la conservación y la creación de bienes comunes porque finalmente nos benefician a todos y todas.
Mencionados estos tres territorios de descolonización y pudiendo seguir quitando las banderas del patriarcado a otros lugares de nuestra existencia, declaro finalmente para este encuentro, la necesidad de crear una ética colectiva (para hombres y mujeres) del cuidado y la reparación, como bien nos han enseñado nuestras madres, tías y abuelas cuando siembran la tierra, limpian, arreglan, tejen y nos hacen deliciosos platillos; ética del cuidado y la protección íntimamente femenina expandida a la defensa y creación de nuestra mejor obra de arte, el arte de ser humanos con capacidad racional de hacer sociedad y planear los mejores mundos posibles.