La segunda vuelta presidencial: un nuevo capítulo del SI y el NO
Por: Diego Fajardo
Los resultados de la primera vuelta presidencial reflejaron nuevamente un elemento ya característico de la política colombiana en los últimos años: quienes están materializando en votos el descontento creciente de la población no son necesariamente las colectividades políticas, son Gustavo Petro y Álvaro Uribe. Condición que como se había previsto con los resultados de las consultas presidenciales del 11 de marzo garantizarían que el ex alcalde bogotano e Iván Duque, testaferro político del ex presidente, alcanzaran la segunda vuelta presidencial.
De hecho, los dos candidatos incrementaron sustancialmente la votación recibida en las consultas lo que les aseguró su puesto en la contienda del 17 de junio. Iván Duque de 4.004.509 votos pasó a 7.569.693, mientras Gustavo Petro alcanzó 4.851.254 cuando en marzo había logrado 2.853.731 votos. Es decir, no solo endosaron los votos de los candidatos que habían estado en las consultas con ellos, sino que sumaron el respaldo de muchos más electores, cada uno recibiendo cerca de un millón cuatrocientos mil votos sobre sus respectivas consultas que habían sumado 6.138.503 votos y 3.369.040 votos, respectivamente.
Este incremento de votación que se evidenció en primera vuelta es otro de los elementos sobresalientes de esta jornada. Mientras la elección de 2014 sumó 12.844.949 votantes, estos comicios llevaron a las urnas a 19.636.714 electores lo que representó que el 53.38% de los colombianos habilitados para votar lo hicieran, evidenciando un incremento de 12.73% de votantes. Este aumento se debe básicamente a la disminución progresiva del abstencionismo y el ensanchamiento del voto de opinión, condiciones que en gran medida se deben a los proyectos de la Colombia Humana y la Coalición Colombia quienes juntos sumaron 9.440.950 votos. Si a esto se le suman los 399.180 votos de Humberto de la Calle quien no estuvo acompañado por la maquinaria de su partido, la cifra alcanza los 9.840.130 votos, es decir, el 50.87% del total de la votación.
Como correlato de este incremento podría ubicarse los resultados de la maquinaria de Vargas Lleras en la contienda, pues la que a sí misma se presentaba como garantía de alcanzar la segunda vuelta resultó “chimba”; y aunque muchos analistas lo ven como la respuesta necesaria del aumento del voto de opinión no puede descartarse del todo la decisión consciente de esa maquinaria de adherir a Uribe antes que trabajar por Lleras, lo que sería en últimas no la derrota de las maquinarias sino el cambio de operador de las mismas.
Colombia: un sistema electoral corrupto y caduco
Aunque las denuncias reiteradas de los candidatos de la Colombia Humana sobre un posible fraude desde la Registraduría Nacional consiguieron que muchos ojos estuvieran atentos al desarrollo de la jornada, y que incluso muchos ciudadanos se sumaran al ejercicio de los testigos electorales, lo cierto es que el sistema electoral demostró nuevamente no ser garante de transparencia.
Las incautaciones hechas por la Policía de material electoral por fuera de los puestos de votación en Cali se suman a las denuncias que han venido saliendo a la luz pública tras la jornada del domingo sobre las alteraciones de los formularios E14 donde se consignan la cantidad de votos recibidos por cada candidato en las distintas mesas de votación en todo el país, situación no muy distante de lo denunciado por la Fundación Paz y Reconciliación en marzo y que se suma a la ausencia de veeduría internacional al software de la Registraduría. Dichas alteraciones que la Registraduría ha denominado como “errores humanos” significaron la adjudicación a favor de Duque de hasta 130 votos en un solo puesto de votación en Cundinamarca, lo que reitera la idea de un sistema electoral caduco e incluso pone en entredicho la magnitud real del abstencionismo en esta jornada.
Bajo la consabida idea del todo vale que ha imperado en el sistema político colombiano, también se podría poner sobre la mesa el asesinato del jefe de campaña de la Colombia Humana en La Argentina, Huila como preludio a las elecciones del pasado 27 de mayo.
El mapa político sigue orientado por el NO
Los resultados de la primera vuelta continúan reflejando una fuerte división regional frente a las propuestas enfrentadas en las últimas contiendas donde los colombianos han sido convocados a las urnas. El mapa político en esta jornada nuevamente evidenció que el país viene tomando mayoritariamente partido por dos propuestas muy distintas.
El centro del país y gran parte de la población urbana respaldó el proyecto uribista como lo hizo con el NO en 2016, mientras regiones apartadas del centro geográfico respaldaron a Petro como lo habían hecho con el SI. De hecho, la mayoría de departamentos que en el plebiscito por la paz habían votado por el No continúan siendo el fortín del ex presidente, incluso departamentos como Guaviare, Vichada, Guainía, Amazonas, Boyacá, Cesar, Valle del Cauca, Bolívar, Magdalena, Norte de Santander, San Andrés y los colombianos en el exterior que habían respaldado el SI hace dos años, esta vez le dieron la mayoría al testaferro de Uribe.
Mientras el uribismo se consolidó en el centro del país y prácticamente en todos los departamentos de la frontera con Venezuela, demostrando los réditos del fantasma del castrochavismo, Petro logró mayorías en departamentos muy marginados como La Guajira, Chocó y Vaupés, en departamentos de la Costa Caribe como Atlántico, Sucre y Córdoba, antiguos fortines de Cambio Radical y en Nariño, Cauca y Putumayo, departamentos que también habían respaldado mayoritariamente el SI.
No obstante, aunque el uribismo se impuso en el centro geográfico las cinco principales ciudades del país estuvieron del lado de Fajardo y Petro. Mientras Barranquilla y Cartagena votaron mayoritariamente por Petro, Cali y Bogotá lo hicieron por Fajardo dejando como ganador a Duque solo en Medellín; los cinco puntos de mayor votación optaron por un voto de opinión que sin embargo no fue abruptamente superior a los sufragios recibidos por la maquinaria del Centro Democrático por lo que pensar en una elección urbana de carácter democrático aún esta distante.
En las cinco ciudades más importantes el elemento sorpresa estuvo en Bogotá, donde había sido fuertemente respaldado Petro en la consulta de marzo, pero donde esta vez se impuso Fajardo. El respaldo mayoritario del ex alcalde se dio básicamente en el sur de la ciudad, mientras la zona norte y occidental de la capital apoyaron a Fajardo; con una votación de 1.240.799 votos contra 1.098.478 el ex alcalde antioqueño la gano a Petro en una de las ciudades fundamentales en una contienda presidencial. La inclinación sabida hacia un voto de opinión capitalino esta vez estuvo del lado de los Verdes y el Polo Democrático quienes habían obtenido 4 curules en la Cámara de Representantes y en esta oportunidad acompañaban a Fajardo, mientras la Colombia Humana apenas había conseguido 2.
Segunda vuelta: la posibilidad inédita
La segunda vuelta presidencial será un capítulo más de la contienda entre el SI y el NO que ha enmarcado la política nacional desde hace varios años, con una alta polarización las fuerzas del No contarán además con grupos y maquinarias que en 2016 habían estado del lado del SI. De hecho, los conservadores y la oficialidad del partido Liberal y Cambio Radical ya están en las toldas uribistas de cara a la jornada del 17 de junio.
Pero la llegada de Petro a la segunda vuelta presidencial con la mayor votación en la historia de la izquierda colombiana superando a Carlos Gaviria, del Polo Democrático Alternativo, quien en 2006 obtuvo 2.613.157 sufragios sin superar la primera vuelta, marca un precedente en un país que tradicionalmente ha votado a la derecha. Sus posibilidades de triunfar en tres semanas dependerán de las alianzas que logre entablar, de convencer al conjunto de las bases de los partidos Polo Democrático, Verde y Liberal de respaldarlo y en aumentar el apoyo de los abstencionistas que progresivamente se han venido sumando a su campaña y a la de Fajardo.
Aunque aparentemente los electores del Humberto de la Calle y el Partido Verde no son votos adjudicables desde sus bancadas, es innegable que la decisión que estas tomen junto a sus presidenciables será clave para que exista un posible apoyo en las urnas a Petro. Por los lados de Humberto de la Calle quizá bastaría con acordar una implementación seria y diligente del Acuerdo de paz, pero por los de la Coalición Colombia las cosas podrían estar más complicadas; un sector cercano a las políticas de la izquierda dentro del Verde como Sanguino, Navarro, Angélica Lozano e Inti Asprilla de seguro terciarán por sumarse a la aspiración de la Colombia Humana, otros serán más mesurados, pero probablemente también lo hagan como Mockus y Claudia López.
Quizá en el sector de esta coalición donde menos intención de converger existe es paradójicamente en el Polo Democrático, pues si bien su Comité Ejecutivo Nacional tomó la decisión de adoptar la campaña de Petro como propia de cara a la segunda vuelta, al interior del partido existe una posición minoritaria pero influyente que optó por el voto en blanco como consta en la comunicación oficial de dicha colectividad. Jorge Robledo como líder del MOIR, una de las principales corrientes del Polo, seguramente mantendrá la argumentación de una oposición activa con la que el PDA ha hecho carrera en el Congreso durante los últimos años con lo que dificulta un respaldo unánime de esa colectividad a la campaña de la Colombia Humana el próximo 17 de junio.
De otra parte, la idea de mantener la Coalición de cara a las elecciones regionales es otro impedimento para esta alianza, pues por la vía de mantener la pretensiosa idea del centro político algunos de sus líderes como el propio Fajardo pasan los cálculos de futuras alcaldías y gobernaciones. A esto debe sumarse que los financiadores de la campaña de Fajardo no están convencidos de que sus intereses económicos no se verán comprometidos con un posible triunfo de Petro. Para insistir en esas alianzas y sumar adeptos en los próximos días será clave Ángela María Robledo como lo demostró en primera vuelta.
Nunca en la vida republicana de Colombia la izquierda había estado tan cerca de ser una real alternativa de poder y menos que un apellido desacreditado por las elites Bogotanas ocupe la Casa de Nariño. Los movimientos sociales y colectividades políticas de este espectro deberán volcarse en tres semanas a sumar la votación que Petro necesita para derrotar al testaferro electoral de Uribe, y lograr un contrapeso al sistema electoral corrupto que no se la hará fácil a un posible triunfo de la Colombia Humana.
Pero incluso si llegase a imponerse el uribismo, Petro y Ángela María Robledo llegarían al Senado y la Cámara respectivamente, siendo los senadores más votados de todo el Congreso, asegurando un bloque de oposición importante en el legislativo y cuatro años de campaña presidencial de cara al 2022.