El Fernando Soto Aparicio que conocí
Por: José Garzón
Recuerdo muy bien que mi profesor de español nos pidió que leyéramos, apenas iniciando el bachillerato, La Rebelión de las Ratas (1962). A mí, al igual que a casi todos mis compañeros de aquel colegio distrital ubicado en Ciudad Bolívar en Bogotá, me pareció exagerado el cúmulo de lectura que se nos requirió y de entrada recibimos la indicación con incomodidad, pues el hábito de leer no era nuestro mejor atributo, no así el de hacer piruetas con el balón de microfútbol. Con todo, la indicación fue dada y ésta sería objeto de un reporte de lectura que haría parte de la calificación de la materia.