La agroecología: desde la finca, hasta el cambio civilizatorio anticapitalista
Freddy Díaz – Equipo Tierras Cedins
La agroecología es una práctica fundamental para que los habitantes del sector rural planetario, y seguramente la sociedad en su conjunto, desarrolle su producción alimentaria, partiendo desde sus unidades básicas (sus parcelas y fincas), en contravía de la civilización surgida del capital y más acorde a sus convicciones, formas de entender y comprender la realidad territorial, haciendo de esta práctica una extensión de sus vidas.
Pero esta apuesta a nivel de las fincas y parcelas manifiesta tensiones. Al incorporar la racionalidad ecológica a la agricultura puede que se genere una visión parcializada si sólo se aplica a las fincas, pues es clave recordar como los ecosistemas sustentan la vida de comunidades enteras a través de relaciones de equilibrio y dependencia.
Es evidente entonces que para no reducir de esa forma las concepciones ecológicas es necesario incorporar las construcciones sociales y saberes locales alrededor de la naturaleza. De esa forma caben la preguntas, ¿las fincas cómo espacio meramente productivo tienen cabida dentro de los socioagroecosistemas en construcción? ¿La transición socioagroecológica puede encontrar uno de sus detonantes en las fincas campesinas? ¿además de la transición socioagroecológica, con qué otras transiciones se deben articular las y los campesinos?
Ahora bien, como segundo elemento hay que referirse al carácter reivindicativo y político de la agroecología. Recordando que nació con el fin de cambiar las condiciones materiales e históricas de la época, no cabe duda que más allá de ser contestataria pretendía en ese momento, y aún ahora, cambiar el modo de producción, acabar con la crisis ambiental generada por la industrialización de agricultura y la sobreexplotación de la biodiversidad; es decir, ponerle fin a la instrumentalización que impone el capital sobre la naturaleza. En suma, acabar con el capitalismo como paradigma civilizatorio, para darle paso a una nueva manera de comprender las relaciones que se entretejen con el territorio, donde prime la vida basada en intercambios ecológicos y económicos justos.
Como tercer punto a considerar se encuentra el del ordenamiento territorial. No son pocas las organizaciones campesinas, afro e indígenas que reivindican la territorialidad y su construcción como un derecho de los pueblos y como un ejercicio de construcción y expresión de poder. Pero ante esto surgen preguntas que no son de fácil respuesta, pero que permitirían precisar de mejor manera el relacionamiento entre comunidades y los territorios, y el papel que allí podría desempeñar la agroecología. ¿Están desordenados los territorios? ¿Es necesario ordenarlos o es mejor adaptarse a ellos de acuerdo a las condiciones que la naturaleza ha creado?
Lo anterior no es de poca monta al considerar que la agroecología busca la protección y el cuidado de la otredad, por lo tanto el habitar de las comunidades rurales debe armonizarse con la naturaleza, no comprendiéndola como intocable e inmaculada, sino como un igual.
Los anteriores elementos fundamentan el núcleo de una agroecología práctica, pues el aprendizaje y la praxis requiere de conocer las condiciones locales concretas y sus particularidades, así como las comunidades que puedan habitar o re-habitar sus territorios de forma colectiva. Además de lo indicado hasta este punto, la agroecología es una herramienta que garantiza la permanencia en los territorios a través no sólo de la producción sana de alimentos, sino también de la garantía de distribución a nivel local de forma justa. Pues sin duda alguna, la agroecología debe traducirse, como se indicó anteriormente, en relaciones sociales más justas.
Ciertamente todo lo descrito en las anteriores líneas debe ser identificado, pensado, apropiado y desarrollado por sujetos concretos: campesinas y campesinos, comunidades étnicas, consumidores urbanos conscientes, técnicas y académicas, que hacen ciencia local basada en la observación y en la práctica, personas que a diario viven y entienden el territorio.
Sin esas personas nada de lo señalado tendría sentido ni piso. Al igual que la agroecología; la agroecología es porque el campesino es y para que el campesino sea es necesario que se reconozcan sus derechos políticos. Una tarea sin duda nada fácil, pero que debe encontrar en la agroecología uno de sus pilares más fuertes.