Dilda Roj: “El arma es la ideología”
Los días 12 y 13 de agosto de 2022, Dilda Roj, delegada del Consejo Nacional de Kurdistán visitó el Eje Cafetero con el fin de difundir la experiencia del proceso de lucha del pueblo kurdo y, especialmente, para hablar del rol de las mujeres en la resistencia y en la construcción de nuevas dinámicas antipatriarcales al interior de la sociedad kurda. Inicialmente, Dilda Roj presentó un contexto general de Kurdistán, explicando su situación política actual y las luchas que se han generado alrededor del territorio que habita este pueblo. Además, hizo énfasis en la lucha histórica que se ha presentado desde la época del imperio de los Medos; sin embargo, destacó que, a pesar de esa lucha histórica, se ha dado una invisibilización sistemática del pueblo kurdo por parte del poder hegemónico.
Debido a lo anterior, se ha buscado no solo el reconocimiento de las y los kurdos como pueblo, sino recuperar el espacio geográfico que habitan, trabajado en torno a nuevas formas de construcción de sociedades, en las cuales el Estado, como lo concibe el pensamiento liberal y ciertas izquierdas, no tiene un papel protagónico, es decir, no se busca constituir a Kurdistán como un Estado nacional.
En ese sentido, aparece la propuesta del Confederalismo Democrático kurdo, desarrollo del planteamiento marxista leninista con el que fundan su movimiento y que recoge, además de la experiencia propia, planteamientos como el de Murray Bookchin. Esta idea confederalista plantea la importancia de la comunidad y no busca la construcción de una burocracia ligada a la visión estatal, sino que entiende la posibilidad que se tiene de generar un gobierno autónomo y popular. Este proyecto ha tomado fuerza en las últimas décadas y ha sido reforzado por las proposiciones de Abdullah Öcalan, quien es uno de los ideólogos del movimiento y que permanece encarcelado y aislado por el régimen autoritario turco desde el año 1999. Esta persecución a representantes del pueblo kurdo ha sido constante y se ha reflejado en crímenes como el asesinato de una de las referentes de la lucha de las mujeres kurdas, Sakine Cansiz, en París en 2013, el cual continúa impune.
Si bien la imagen que se ha buscado crear acerca de las y los kurdos a través de los medios de comunicación hegemónicos ha mostrado solo el lado de su lucha militar, en las intervenciones quedó claro que las armas han sido una forma de autodefensa del pueblo kurdo, pero no constituyen su mayor fortaleza. Por el contrario, el énfasis de la construcción ha sido el desarrollo ideológico, donde se ha buscado posicionar la importancia de las mujeres y la juventud en el desarrollo de la sociedad y, además, se ha hecho contrapeso a la extendida idea de la necesidad de un Estado como aparato que gobierne un pueblo. De esta manera, la propuesta kurda es una idea que rompe con los paradigmas tradicionales de la teoría del Estado y, por lo tanto, propone una forma nueva de construcción a partir de las confederaciones, en las cuales tienen participación minorías y sectores históricamente excluidos.
Como bien lo expresó Dilda, la lucha kurda no es por Kurdistán ni por el reconocimiento de un espacio como una nación, sino que va más allá, es una lucha colectiva y antipatriarcal que cuestiona y remueve las raíces de las sociedades actuales desde la práctica de la crítica y la autocrítica como dinámicas cotidianas que se integran a la vida social y que posibilitan la construcción colectiva de sociedad.