“El Marxismo sólo tiene sentido como un pensamiento abierto”
Ricardo Machado, Revista IHU, Julio de 2018
Para Michael Löwy, la ortodoxia en la interpretación de los escritos del filósofo limita la comprensión de los problemas actuales y reduce la potencia de su pensamiento.
Cuando Karl Marx reflexiona acerca de asuntos económicos, políticos y sociales, está inmerso en el espíritu de su tiempo, el siglo XIX. Por supuesto, es notoria su contribución a comprender esta sociedad en transformación. “Los intentos de” superarlo “sólo llevan a regresiones: al positivismo, al liberalismo del siglo XIX, a la economía política burguesa, etc.”, destaca el profesor Michael Löwy. Sin embargo, para Löwy, lecturas más duras de los escritos limitan las posibilidades de mantener el marxismo actual. “Gracias a los trabajos de John Bellamy Foster, Paul Burkett, Ian Angus y Kohei Saito, se descubrió toda una dimensión ecológica de la obra de Marx, que había sido totalmente ignorada por las lecturas de la izquierda tradicional”, ejemplifica.
Es por eso que Löwy, en la entrevista concedida por e-mail a la IHU On-Line, va a formular que “el marxismo sólo tiene sentido como un pensamiento abierto, en constante evolución, buscando dar cuenta de los nuevos problemas y de las nuevas perspectivas para la revolución”. Aunque las sociedades capitalistas del siglo XIX y del siglo XXI son distintas en función de las transformaciones, considera que ambas mantienen el funcionamiento según la lógica del capital estudiado por Marx. Lo que no quiere decir que para comprender una basta mirar la otra. “El marxismo no se limita a Marx. No se puede ignorar la riqueza del marxismo del siglo XX, en toda su diversidad y sus contradicciones”, completa.
IHU On-Line – Las caras más conocidas de la producción teórica de Marx son la política y la económica. ¿Qué otras dimensiones de la vida y de la sociedad Marx discutió en sus textos? ¿Cuál es la actualidad de su pensamiento?
– Michael Löwy – La obra de Marx incluye dimensiones culturales – su interés por la literatura francesa e inglesa es notorio – antropológicas, por ejemplo, en sus Cuadernos Etnológicos, filosóficos (en el conjunto de sus escritos de juventud, pero también en la parte metodológica del Capital), historiográficas, religiosas (no sólo en la crítica al “opio del pueblo”), etc. Era un auténtico espíritu universal.
La actualidad de su pensamiento es inmensa: como decía Sartre, él es el horizonte intelectual de nuestra época. Los intentos de “superarlo” sólo conduce a regresiones: al positivismo, al liberalismo del siglo XIX, a la economía política burguesa, etc. Los dos aspectos decisivos de esta actualidad son: 1) el análisis científico del funcionamiento del capitalismo y su crítica feroz, como sistema intrínsecamente perverso, basado en la violencia, la opresión y la explotación de la mayoría de la población; 2) la propuesta de una alternativa radical al capitalismo, una sociedad sin clases y sin opresión, igualitaria, libertaria y democrática: el comunismo.
– Marx era un crítico contumaz de la religión, que para él era una forma de opresión y alienación. Sin embargo, ¿qué está en el centro de la crítica a la religión hecha por Marx?
Michael Löwy – Muchos identifican el análisis de la religión de Marx con la fórmula “la religión es el opio del pueblo” (Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1844). Esta fórmula no tiene nada de marxista: la encontramos en Heine, en Moisés Hess y varios otros contemporáneos de Marx. Ella es mejor neo-hegeliana, idealista, definiendo la religión como una esencia filosófica intemporal. El estudio marxista, materialista histórico de la religión comienza con la ideología alemana (1846) que analiza la religión como una de las formas de la ideología, a ser interpretada desde el punto de vista de la lucha de clases, en cada momento histórico concreto.
En verdad, Marx no se interesó mucho por la religión, fue Engels que dedicó varios trabajos a esa temática. El más importante es La guerra de los campesinos (1850), que analiza los conflictos religiosos en la Alemania del siglo XVI desde el punto de vista de la lucha de clases. Engels se interesa en especial por la figura del anabaptista Thomas Münzer, teólogo revolucionario e inspirador de la lucha emancipadora de los campesinos.
– ¿Cuál fue la apropiación, la lectura, de Marx durante la Revolución Rusa? Y ahora, un siglo después de ese episodio, ¿cómo podemos releer la Revolución a partir de las innumerables recepciones que surgieron al pensamiento marxiano?
Michael Löwy – Es imposible resumir un siglo de historia del marxismo en dos párrafos … Los revolucionarios rusos tuvieron la inteligencia de releer Marx desde el punto de vista de una revolución socialista en un país de la periferia del sistema capitalista, rompiendo así con el pretendido marxismo ortodoxo de la Segunda Internacional. Esta perspectiva ya había sido propuesta por Trotsky en 1906, con su teoría de la “revolución permanente”. El problema es que los bolcheviques se alejaron del programa democrático y libertario del comunismo de Marx, para defender, a cualquier precio, el poder revolucionario del Partido.
Esta crítica fue hecha ya en 1918 por Rosa Luxemburgo, en su folleto sobre la Revolución Rusa: al mismo tiempo que hace el elogio de los bolcheviques, de Lenin y de Trotsky, critica su autoritarismo y su visión poco democrática del poder.
– Pasados poco más de 150 años de la publicación de El Capital, estamos ante una sociedad que hegemónicamente se relaciona con el capitalismo como una especie de religión. ¿Hasta qué punto el marxismo es la otra cara de esa misma “moneda mesiánica” y hasta qué punto él presenta alternativas nuevas?
Michael Löwy – La crítica del capitalismo como religión ya se encuentra en los años 1920 en escritos de Ernst Bloch y Walter Benjamin. La Teología de la Liberación (Assmann, Hinkelammert, Jon Sobrino) desarrolló brillantes análisis de la idolatría del mercado en el capitalismo, articulando la crítica de los profetas bíblicos al culto de los ídolos con la teoría marxista del fetichismo de la mercancía.
El marxismo no tiene nada que ver con esta “moneda”, que no es mesiánica, sino un inmenso ritual alrededor del becerro de oro. ¿Será el marxismo una teoría mesiánica? En los escritos de Walter Benjamin se propone una lectura del materialismo histórico en perspectiva mesiánica.
– ¿Cuáles son los límites y las posibilidades de comprensión del pensamiento de Marx en las sociedades contemporáneas que parecen ser más complejas y difíciles de comprender que las primitivas sociedades industriales del siglo XIX?
Michael Löwy – Obviamente las sociedades capitalistas contemporáneas son muy diferentes de las del siglo XIX, pero todavía funcionan según la lógica implacable del capital estudiada por Marx: la acumulación del capital y la extracción del lucro como criterio único y exclusivo de la actividad económica. Pero, sin duda, son necesarios nuevos análisis para dar cuenta de las características específicas del capitalismo actual. Afortunadamente existen muchos trabajos de autores marxistas modernos, que desarrollan análisis innovadores en este terreno, desde Ernest Mandel hasta David Harvey, István Mészáros o Immanuel Wallerstein – sin hablar de los innumerables estudiosos latinoamericanos y brasileños.
– ¿Cómo los nuevos estudios sobre Marx revelan un autor mucho más heterodoxo de lo que sugiere la lectura ortodoxa, aceptada por la izquierda, de sus escritos?
Michael Löwy – Gracias a los trabajos de John Bellamy Foster, Paul Burkett, Ian Angus y Kohei Saito, se descubrió toda una dimensión ecológica de la obra de Marx, que había sido totalmente ignorada por las lecturas de la izquierda tradicional. Los escritos pioneros de Teodor Shanin sobre Marx y Rusia abrieron nuevas perspectivas, y lo mismo vale para Kevin Anderson en su brillante libro sobre Marx y los pueblos no europeos. Son sólo algunos ejemplos de muchas lecturas “heterodoxas” de Marx.
– El viejo Marx: una biografía de sus últimos años (1881-1893) arroja luz sobre un período de la vida de Marx menos conocido. ¿Qué revela esta información sobre él? Él llegó a repensar sus propios conceptos e idiosincrasias?
Michael Löwy – Marcello Musto es el primero en analizar con profundidad el “último Marx” (1881-1883), descubriendo las fascinantes pistas que abrió en estos últimos años el gran adversario del capitalismo.
El cuadro que van dibujando estos escritos -inacabados, y no sistemáticos- es de un Marx extraordinariamente “heterodoxo”, es decir, poco conforme con el marxismo pseudo-ortodoxo -por ejemplo estalinista- que tanto estrago hizo en el curso del siglo XX. Un Marx que critica despiadadamente el economicismo, la ideología del progreso lineal, el evolucionismo, el fatalismo histórico, el determinismo mecánico. El ejemplo más impresionante de esta reflexión son los últimos escritos sobre Rusia, examinando la posibilidad para este país de escapar de los horrores del capitalismo. La muerte interrumpió un extraordinario proceso de reelaboración, de reformulación, de reinvención del materialismo histórico y de la teoría de la revolución.
– ¿Desea añadir algo?
Michael Löwy – La obra de Marx es indispensable para pensar el mundo de hoy y buscar su transformación. Pero el marxismo no se limita a Marx. No se puede ignorar la riqueza del marxismo del siglo XX, en toda su diversidad y sus contradicciones: Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Gramsci, José Carlos Mariategui, Georg Lukács, Ernst Bloch, Walter Benjamin y tantos otros que contribuyeron a entender los fenómenos del siglo XX: imperialismo, fascismo, estalinismo …
En realidad, el marxismo sólo tiene sentido como un pensamiento abierto, en constante evolución, buscando dar cuenta de los nuevos problemas y de las nuevas perspectivas para la revolución.