Camilo Torres Restrepo: Revolución y amor eficaz, exigencia para tiempos de liberación.
Jesús Rafael Gamarra Luna*
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El Sacerdote Camilo Torres Restrepo aceleró cambios profundos: ideológicos, políticos sociales y religiosos, que influyeron en los procesos de lucha de clases en Colombia, América Latina, impactando en el movimiento de sacerdotes obreros en Europa, e induciendo cambios y rupturas en la iglesia católica. Su praxis alteró la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se desarrolló en Medellín en 1968, incluso, el Concilio Vaticano II realizado en Roma finalizado en 1965 también recibió influjo del compromiso cristiano de Camilo y de cientos de laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas que asumieron su testimonio como guía en su compromiso cristiano en las luchas por la liberación, engrosando las filas de los movimientos sociales, organizaciones políticas e insurgentes en Colombia y Latinoamérica.
Camilo se encontró con el Dios de los pobres en un momento crucial de la historia de Colombia, en donde “la Iglesia se presenta como una Iglesia prostituida a los ricos”(i)y requería de un estremecimiento que la desvinculara de ese maridaje con el estado colombiano, oficializado con el Concordato(ii)que le daba rango constitucional, fuero especial, exenciones, derecho exclusivo de la educación católica en escuelas, liceos y universidades, adquiriendo un determinante poder económico y político que la asimilaba al Estado, legitimando la violencia estructural que sostenía en el poder a la oligarquía. La radicalidad de Camilo rompió con esta iglesia monolítica que estaba totalmente de espaldas al pueblo y a los vientos de cambio.
El testimonio y ejemplo de Camilo pueden ser comparables a la decisión de Francisco de Asís de entregar sus riquezas y dedicar su vida a los más pobres. Ambos, sin apostatar, generaron rupturas y reformas profundas en la Iglesia, cada uno en su época. Camilo, un profeta de su tiempo salido de las entrañas de la rancia burguesía colombiana, cuya honda vocación y su insondable fe lo llevaron a convertirse en un profundo y radical hombre de Iglesia y desde las entrañas de ella levanta su voz de elegido para denunciar las injusticias, explotación, miseria, persecución y coloniaje y anunciar el advenimiento del Amor Eficaz y de la revolución. Camilo ilumina la realidad colombiana siempre a través de la Palabra, cita a Santiago 5,4: “…He aquí el salario de vuestros obreros que recogieron la cosecha de vuestras regiones, que ha sido robado por vosotros; que clama y el clamor de ellos penetró en los oídos del Dios de las alturas”
No cabe duda que Camilo fue un Elegido por Dios para construir con la clase popular caminos de emancipación y la liberación de la iglesia. En su permanencia en el Seminario dedicaba las tardes a realizar visitas a las comunidades y familias pobres, tiempo que sus compañeros dedicaban al descanso, retozo y deporte. Esta línea de trabajo comunitario fue una constante en su vida, actividad que continúo en el ejercicio del sacerdocio constituyendo MUNIPROC (Movimiento Universitario de Promoción Comunitaria) desarrollando un trabajo sistemático en Tunjuelito, al Sur de Bogotá. Esto tenía un hilo conductor: el Amor Eficaz, los pobres o lo que él llamó la clase popular, la Iglesia y su sacerdocio. Estos cuatro elementos le empujaron a profundizar su actividad apostólica al interior del movimiento estudiantil, la organización comunitaria en los barrios, el movimiento obrero, la organización campesina y el movimiento de Acción Comunal.
La vitalidad de Camilo tenía su origen en la palabra de Dios, la cual siempre citó en sus escritos, conferencias y entrevistas, y el profundo amor y admiración que el pueblo le profesaba. Esto le impelía a dedicar ingentes esfuerzos a la lectura, a la investigación científica de la realidad colombiana, latinoamericana y mucho a la acción pastoral, a la praxis transformadora. No obstante las contradicciones que muy temprano descubrió tenía con la burguesía y la jerarquía de su Iglesia, supo combinar la acción institucional y el trabajo extra institucional. Fue Capellán de la Universidad Nacional; Asesor del INCORA, Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, lo que permitía acceso al campesinado; Decano de la ESAP, Escuela Superior de la Administración Pública; fundador de la Acción Comunal, organización de base de los barrios, de la cual fue fundador y asesor.
Descubro cinco líneas que cruzan e identifican la vida de Camilo: Fe militante, Palabra de Dios, práctica transformadora, investigación y oración. Es a partir de su práctica transformadora que va hilvanando el principio de la nueva Teología desde América Latina. Esta construcción amplía el horizonte para el compromiso revolucionario de los cristianos. El plantea el método de manera magistral: con Orlando Fals Borda, ambos fundadores de la facultad de sociología en Colombia, realizan el estudio sobre la Violencia en Colombia; efectúa una investigación rigurosa sobre el campesinado colombiano y lo presenta como tesis de grado. Era estudioso del marxismo y de la revolución rusa de la cual tenía una positiva percepción de sus resultado: “…sin necesidad de adentrarse demasiado en la teoría marxista de la plusvalía, se puede afirmar que la Unión Soviética ha utilizado, casi en su totalidad y en forma progresiva las ganancias de la producción nacional, en fines comunes y técnicamente planificados” (iii). Usó el marxismo cómo instrumento para el análisis científico de la realidad, esto se deriva de la siguiente afirmación, “Fui elegido por Cristo para ser sacerdote eternamente, motivado por el deseo de entregarme de tiempo completo al amor de mis semejantes. Como sociólogo, he querido que ese amor se vuelva eficaz, mediante la técnica y la ciencia; al analizar la sociedad colombiana me he dado cuenta de la necesidad de una revolución para poder dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y realizar el bienestar de las mayorías de nuestro pueblo. Estimo que la lucha revolucionaria es una lucha cristiana y sacerdotal. Solamente por ella, en las circunstancias concretas de nuestra patria podemos realizar el amor que los hombres deben tener a sus prójimos” (iv).
Es su fe, la praxis, la reflexión sobre la praxis, iluminada por la palabra y la oración, algunas veces con el apoyo del breviario, lo que le da la fuerza para conducir una serie de rupturas. Ruptura epistemológica que le llevó deslindar con las concepciones positivas europea y norteamericana y construir una Teología desde los explotados; ruptura política que le lleva a romper con la oligarquía y a retarlos planteándoles que son ellos los que definen cómo van a entregar el poder “La revolución violenta es una alternativa bastante probable, por la dificultad de previsión que tienen las clases dirigentes” (v). Es importante anotar que Camilo deja claro que el recurso a la violencia revolucionaria es obligado por la oligarquía, no le dejan otra alternativa a la clase popular. Camilo genera una sana ruptura radical con la tendencia retrógrada de su Iglesia y da origen a la Iglesia de los Pobres y a las Comunidades Eclesiales de Base, reconcilió a la Iglesia con sus raíces originarias; finalmente la ruptura personal, renuncia a su clase y asume la vida y el compromiso histórico como clase popular, hasta las últimas consecuencias, tema que él tenía bien claro, por lo que cita al apóstol Juan, “Nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos” .
La burguesía aún le tiene miedo a Camilo, a su verbo, a su testimonio, a su radicalidad. Por ello se obligó al absoluto silencio a los fieles seguidores de su pensamiento, de su obra revolucionaria; se hizo condenable hablar y leer a Camilo. La decisión de mantener secuestrado el cadáver de Camilo Torres Restrepo, hasta el día de hoy, pesa como un signo de muerte para el que se atreva a difundir su teoría del amor eficaz y a desarrollar y emular su compromiso. El sigue acercando a la fe a muchos creyentes y revolucionarios pero también sigue propiciando la unidad del movimiento social y político. Donde hay procesos de unidad, allí está Camilo Torres Restrepo, el Sacerdote, el sociólogo, el revolucionario, el guerrillero, “podemos ponernos de acuerdo, prescindiendo de las diferentes ideologías, no en nuestra vida personal, pero sí en nuestra lucha revolucionaria inmediata. Los problemas ideológicos los resolveremos después de que triunfe la revolución”(vi).
Camilo no solo crea una filosofía para la unidad sino que fue más allá y crea las bases políticas, filosóficas e ideológicas para la unidad de acción entre cristianos y marxistas y lo expresa de la siguiente manera, “es un elemento común entre la filosofía cristiana y la filosofía marxista, nos impulsa profundamente a sacrificarnos por los demás, a entregarnos por los demás, vivamos intensamente cada uno ese amor al prójimo, pero que esa filosofía nos lleve precisamente a buscar la eficacia en el amor al prójimo, y al buscar esa eficacia no puede ser sino mediante la unión”vii.
Queda a los colombianos herederos directos de Camilo y a los revolucionarios del mundo, releerlo, difundirlo, aplicarlo. Camilo es la mejor oportunidad para fortalecer los procesos de unidad del movimiento social y político y la unidad latinoamericana.
*Filósofo, educador e investigador popular, Vocero Corriente Bolivariana Guevarista.
Notas:
i. Declaración, Barranquilla, mayo de 1964
ii: Concordato: Tratado internacional contraído entre la Santa Sede y el gobierno colombiano.
iii. Conversaciones con un Sacerdote, Periodista Rafael Maldonado P. Julio de 1956.
iv. Escritos, Lovaina, 8 al 10 de febrero de 1964, Planificación económica y exigencias apostólicas.
v. Escritos, Lovaina, 8 al 10 de febrero de 1964, Planificación económica y exigencias apostólicas. Vi Conferencia Universidad Nacional, Bogotá, Mayo 22 de 1965
vi. Conferencia en Coltabaco, Medellín, Junio 18 de 1965