La ciudad y el mono desnudo
Por: Violeta Gulán – Equipo de ciudad CEDINS
“en sus 10 mandamientos Dios olvido mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que envió desde el monte Sinaí, el señor hubiera podido agregar pongamos por caso: honraras a la naturaleza de la que formas parte. Pero no se le ocurrió”. Eduardo Galeano.
La evolución del Homo sapiens, resalta significativamente por encima de todas las demás especies, de modo tal que la misma se ha catalogado como superior a las demás, o por lo menos es lo que el pensamiento dominante repite a diario. En ocasiones pareciese que el mono desnudo, como lo denomina Desmond Morris, ha olvidado sus raíces y lo que es aún peor, ha olvidado cuál es su lugar dentro de los niveles de organización de la naturaleza (Morris. D, 1967), poniendo por encima los negocios e intereses individuales al bien común.
El crecimiento intelectual del ser humano lo ha llevado a transformar su entorno de forma radical. Ha cambiado los árboles y los pastizales por enormes edificios y calles, sobre humedales y selvas ha levantado cómodos lugares de hábitat con aire acondicionado, televisión y otros lujos que ha inventado con la excusa de ser necesarios.
Por supuesto las consecuencias no se hicieron esperar, el exceso de producción de artículos innecesarios ha dejado una huella atmosférica. Por ejemplo, Estados Unidos un país responsable de una cuarta parte de las emisiones atmosféricas de gas carbónico del planeta (Naciones Unidas, 1998), es el modelo de referencia que pone una pauta de lo que implica el desarrollo; con todo y esto existen países latinoamericanos y ciudades que esperan seguir al estereotipo de potencia mundial.
Un planeta en el que ya no se puede respirar ha puesto en alerta incluso hasta las grandes babilonias actuales, principalmente a aquellos quienes olvidaron que forman parte de la naturaleza y no que ésta les pertenece. Solo hasta hace poco con los avances ecológicos de Odum (1972), lograron comprender que cada uno de los seres que conforman un ecosistema son importantes para mantener el equilibrio natural, el ciclaje de energía y el sostenimiento del planeta.
En Colombia, a pesar de la oposición de transnacionales y monopolios nacionales se creó, por ejemplo, una normatividad ambiental, recogida parcialmente en la ley 99 de 1993, Ley de Medio Ambiente, la cual establece en el artículo 1 que la biodiversidad es patrimonio de la humanidad, la cual se protege en varias figuras como las áreas protegidas, los parques naturales y reservas forestales. No solo las denomina patrimonio de la humanidad sino que también en el mismo artículo estipula “deben ser protegidas de manera prioritaria”. En el decreto 2372 de 2010 se dice “promover la protección de ecosistemas de hábitat naturales y el mantenimiento de poblaciones viables de especies en sus entornos naturales”.
Estas son entre muchos algunos de los mecanismos que ha pensado el Estado en aras de mantener la biodiversidad y con ella, por supuesto, garantizar la vida humana. Aun así en Bogotá, la más grande ciudad del país, su alcalde ha decidido sobrepasar las autoridades nacionales conferidas por la Constitución Política del 91, Carta Magna por la que se rige el país, aludiendo que lo prioritario no es el mantenimiento de los ecosistemas, contradiciendo de paso a Odum, las ciencias ambientales y las normas del estado, si no que la prioridad de la ciudad es la conurbación y la construcción de viviendas e infraestructuras en 18000 Ha de una de las reservas de la ciudad, como la reserva Van der Hammen, nicho ecológico de innumerables especies y pulmón de la ciudad.
Los argumentos del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, se basan más en razones financieras egoístas, en intereses del capital, pero también demuestra ignorancia para entender la trama de la vida y el estado del planeta. ¿Es muy difícil entender que sin ecosistemas o sin naturaleza no es posible la vida del Homo sapiens? Bogotá se enfrenta a una evidente crisis ecosistémica, siendo urgente entender que debe existir una relación que permita conectar a los ecosistemas vivos con las dinámicas de la ciudad, razón por la cual no solo es importante la vivienda moderna sino que son indispensables ecosistemas que brinden oxígeno, agua y que además le recuerden al Homo sapiens su fragilidad en relación con lo natural.
Sin desconocer por supuesto que los problemas de infraestructura de la ciudad son evidentes y se hacen críticos y que hay un déficit acumulado de vivienda, la crisis pasa por la concepción de desarrollo, por el modelo de ciudad y por las relaciones de poder que fijan las prioridades en las políticas públicas urbanas.
Gobernar la ciudad, hacerla accesible a sus habitantes, tiene que ver con resolver esta crisis ecosistémica, por lo cual se hace urgente proteger la Reserva Van der Hammen, los humedales de la ciudad, los Cerros Orientales, la Sabana articulada y otros componentes intrínsecamente vitales para la vida urbana de Bogotá.
Bibliografía
Morris, D. (1967). El mono desnudo . Barcelona: DEBOLSILLO.
Naciones Unidas. (1998). Protocolo de kioto de la Convención Marco de las Naciones Unidas . kioto, Japon : Naciones Unidas .
Odum, E. (1972). Ecología . Mexico D.F: Nueva Editorial interamericana S.A de C.V.
Medios audio visuales
Universidad de los Andes. (2016). Video; El futuro de la Reserva Forestal Thomas van der Hammen. Bogotá, Colombia: Foro nacional ambiental. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=lsTv9XbtjgE.