Soledad y resistencia en el mundo laboral
Este relato hace parte de la investigación “Jóvenes y precarización laboral en Bogotá. Cambios en el mundo del trabajo en el contexto neoliberal”, próximo a publicarse por parte de Cedins.
Christian en es un joven trabajador de 21 años de edad, nacido en La Vega Cundinamarca. Como la mayoría de las personas que llegan a Bogotá, Christian lo hizo buscando “mejores oportunidades de vida” ya que en su pueblo natal no hay oferta de empleo, pues “lo único que se ven son las floras y ahí ofrecen pocas posibilidades de progreso”.
En el pueblo quedaron su abuela, su mamá y su hermana; él se vino sólo a aventurar a la gran ciudad.
Christian logró estudiar hasta noveno grado, pero eso fue suficiente para lograr una comprensión crítica de la realidad. Quizás el teatro y las artes a las que se dedicó en el colegio le dieron esa chispa de duda e inquietud al momento de conversar sobre la situación del país. Por eso no tiene ningún problema de responder a la pregunta ¿qué cambiaría del país? expresando con firmeza “la pobreza y el regalar al país a los extranjeros”.
Llama la atención esta respuesta de un joven de origen campesino que todos los días se monta en su bicicleta y recorre unos 15 kilómetros para llegar al conjunto cerrado donde hace turnos como guardia de seguridad y por eso le preguntamos ¿qué es lo que se les está regalando a los extranjeros? Y responde rápidamente y sin dudar “las minas, el petróleo, las oportunidades que se van con los TLCs”.
Para Christian los TLC son un “círculo vicioso donde se mueve el dinero, solo que es más lo que sale que lo que entra”.
Con el ingreso que obtiene de su empleo Christian ha seguido estudiando y le gusta le lectura, escucha y ve noticieros y se mantiene informado. Sabe que Ecopetrol ha sido en parte privatizado y que las marchas campesinas son justas: “Si salen a protestar es porque no les respetan, entonces si uno se ve afectado y hay un grupo, el grupo tiene que hacer algo; estoy acuerdo con las manifestaciones”.
Pero quizás lo más impactante de nuestra charla con Christian son tanto la desconfianza como el estoicismo con que afronta su vida. Reconoce que su salario es bajo, pero lo hace rendir. Lo que le ingresa lo invierte en educación, arriendo, alimentación y deja algo para la diversión. Esto le alcanza porque vive solo. Esta soledad, Christian la reconoce como el precio de su autonomía. Por eso poco se relaciona con sus compañeros de trabajo con los cuales siente que no hay la suficiente confianza ya que “cada cual busca y va por lo suyo”.
A Christian le interesan los temas sindicales, pero ninguna organización se ha acercado a informarlo y capacitarlo; en el barrio donde vive en la localidad de Suba se mantiene alerta; quisiera colaborar en labores sociales especialmente en el terreno deportivo y ayudar a prevenir la drogadicción, pero no ve canales claros para esa participación.
Christian se monta nuevamente en su bicicleta y se pierde entre los carros de la calle 170; se dirige a su soledad, a su resistencia.