En el barrio se juega la vida
Por: Observatorio de Realidades Sociales.
http://observatoriorealidades.arquidiocesiscali.org
“En el barrio se juega la vida…” dice uno de los tantos jóvenes que habitan el oriente de Cali mientras habla de su experiencia en la calle, esa que camina y describe como un amplio universo de casas y recovecos; la misma en la que le toco crecer, aguantar hambre, defender a su madre de los maltratos de su padre y erguirse ante la mirada extraña que por fuera de su barrio le acusaba de lo que luego el mismo escogería como su destino…
“Yo soy una rata” dice, dejando de manifiesto que en las once cuadras por las que puede caminar sin enfrentarse a otros, ha tenido que sobrevivir ganándose el reconocimiento de otros jóvenes con la experticia que da la calle, de allí que su día a día este resumido en la frase y el acento retador que pone cuando expresa: “Aquí a uno le toca es pararse duro”.
El corto diálogo con aquel anónimo personaje lleno de historias de las cuadras en las que vive, pone acento, sin querer, en las vidas que a borbotones se multiplican en otras calles vecinas y frente a las que hasta ahora las propuestas institucionales han sido escasas. De allí que las dolencias sociales de los barrios, las llevan los jóvenes en sus repetitivos gestos a través de los que hablan con hastío y displicencia de todo lo institucional o de lo mucho que conocen de la reacción oficial (reclusión y paliza).
Y es que su rebusque de economía sobre la base del puñal los ha llevado a conocer las palizas, la reclusión, la amenaza, el señalamiento; pero ninguno de estos ha hecho mella sobre esa decisión de reventarse contra lo que se atraviese (contra todo excepto aquella imagen que guardan de su “cucha”, en su mayoría, esa sobre la cual apenas dejan salir un atisbo de ternura).
Ante la dualidad del joven, en un panorama que se levanta en el horizonte de la cuadra y que se tambalea entre la decisión de hoy o la muerte del mañana, parece no haber más esperanza que salir “ganado de la vuelta” o “perder en el acto”. Perder significa su tragedia y consecuencia, es el juego de su barrio que no avizora más salida que la del parqués, “coronar o irse con todas las fichas pa´ la cárcel”, su “juego con la vida” como lo llama él; pareciera no contemplar otra opción, sin embargo le gustaría sin tener que implorar a la suerte de los dados, vivir otras cosas de las que aún no conoce: tal vez esas 12 casillas de seguro, o tener al menos 4 opciones de salida al igual que en el juego…
Seguramente aquellos que nos quedamos viendo en las aceras los juegos del parqués, tenemos el panorama muy claro, “desde afuera” los movimientos parecen ser muy obvios, sin embargo, en la práctica las manifestaciones no sobrepasan aquellas consideraciones de hacinar las cárceles o estructurarlas como aparatos infalibles ante la fuga; al menos de eso es lo único que se habla por estos días cuando nuevamente repunta como hecho noticioso la crisis en los centros de reclusión.
• La Cárcel Villa hermosa de Cali actualmente tiene una población de más de 6.606 reclusos, mientras que su capacidad es de 1.100 personas. Sin embargo, no hay propuesta más allá de mejorar la infraestructura para evitar “fuga” de presos; la situación es tal que los guardianes del INPEC se declararon en paro ante los niveles de hacinamiento.
• Luego de las reiteradas huidas de menores del Centro de Formación Valle del Lili, la secretaría de Gobierno anunció la inversión de $20 mil millones para el Valle del Lili y el Buen Pastor, con el propósito de reforzar las condiciones de seguridad y así evitar las fugas.
Parecen opciones muy obvias que se pierden en reacciones paliativas, ante aquel degradado juego con la vida que se vive a diario en los andenes del barrio; horizontes que se instalan como únicas opciones para la multitud de jóvenes que pasan de sus cuadras a aumentar las cifras de homicidios o a hacinar las arquitecturas de las cárceles, jóvenes a los que la esperanza se las da el azar de la esquina o un “buen patrón” que les considere su “trabajo”.
Generaciones enteras con las que habrá que activar propuestas creativas, en las que se cavile no tan solo la intervención sobre el delito, sino las condiciones necesarias para una infancia y juventud que se levante conociendo múltiples horizontes y referentes de identidad; diferentes a los ofrecidos por la violencia, el asalto, sicariato o narcotráfico. Y para ello sin duda debemos rodearles con las acciones necesarias para que puedan crecer con la garantía de sus derechos, con la acogida familiar y social que necesitan para llevar en su destino ese referente de afectividad solidaria para con los otros. Al tiempo que se construyan nuevos procesos de escuela que les enamore de la vida, que surjan de sus geografías barriales y de sus intereses locales, como una apuesta por la construcción de una ciudad diferente en la que ellos son actores determinantes.
Fuentes consultadas:
http://www.elpais.com.co/elpais/judicial/noticias/piden-mejorar-vigilancia-centro-formacion-para-menores-valle-lili
http://www.eltiempo.com/colombia/cali/no-reciben-mas-presos-en-carcel-de-cali/14038595
http://www.caracol.com.co/noticias/regionales/muere-recluso-en-medio-de-protesta-de-guardianes-de-carcel-villahermosa/20140526/nota/2244034.aspx