En el sistema patriarcal-capitalista las mujeres afrontan relaciones de dominación, opresión, discriminación, violencias y explotación, expresión de una desigualdad estructural.
En relación con los hombres, las mujeres trabajan más tiempo y obtienen menos ingresos; el mercado, en cuanto educación y dedicación, es más exigente con ellas y las excluye con rapidez; las tareas de producción (bienes y servicios) y reproducción (de la vida y su cuidado)son responsabilidad femenina; los programas sociales hacia las mujeres tienen un marcado carácter asistencial-clientelar y buscan mantenerlas en la triple condición de dependencia, pobreza y madre, sin pretender transformar su problemática y desigual condición ciudadana y laboral. Las brechas que coexisten en el mundo laboral son generadas por la constante repetición de estas indignantes e injustas relaciones sociales, económicas y culturales.
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