¡Holcim quiere ganarlas todas en Boyacá!
“Podrán engañar a todo el pueblo por una parte del tiempo; podrán engañar a una parte del pueblo por todo el tiempo; pero jamás podrán engañar a todo el pueblo por todo el tiempo.” Abraham Lincoln.
El pasado 19 de Mayo, en una sesión del Consejo Minicipal de Sogamoso sucedió un hecho singular: 17 de los 18 concejales en lugar de asumir una actitud de representación y defensa de las comunidades de la región y de los intereses ambientales colectivos, se pusieron de parte de la transnacional HOLCIM que explota minerales en varios municipios del departamento. Haciendo una amañada defensa del tipo de explotación que realiza la empresa minera y con el apoyo nada imparcial de profesionales al servicio de la misma, amenazaron a los veedores ciudadanos con iniciar acciones judiciales contra las personas que se vienen expresando y denunciando los daños que causa HOLCIM en la región, cuyas nada sustentables prácticas se van conociendo poco a poco, tal como sucede en sus explotaciones en Bogotá.
No sólo por lo ocurrido en la sesión del Concejo municipal de Sogamoso, sino por lo que viene ocurriendo con los cabildos y gobiernos de los municipios donde tiene explotación minera la transnacional HOLCIM, también con el gobierno departamental y con las autoridades ambientales, se puede decir que la empresa cementera quiere ganarlas todas a costa de todos los demás. Muy sencillo: la citada empresa hace su gran negocio con la riqueza que era nuestra, a costa de la plusvalía que le produce la gente nuestra y con la comercialización que realiza con sus productos con la gente nuestra. Es decir, a costa de los colombianos. ¿Todavía habrá dudas que la única ganadora quiere ser HOLCIM?
Y, ¿ Qué ganamos entonces los dueños de los recursos naturales ? En una retrospectiva histórica, Eduardo Galeano, en Las Venas Abiertas de América Latina, nos ayuda a responder: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.” Desde entonces no han parado de saquear nuestros recursos naturales, continúan hundiéndonos los dientes en la garganta, succionando la sangre de las venas abiertas, como lo hicieron en Potosí, Zacatecas y Ouro Preto; y gracias al fabuloso monto de las riquezas saqueadas obtuvieron los recursos económicos para iniciar el desarrollo del capitalismo, para llegar a convertirse en lo que hoy son: naciones industrializadas y desarrolladas; lo anterior a costa de la pobreza y la miseria de los pueblos esquilmados, que ahora llaman subdesarrollados o del tercer mundo, y a quienes sólo les dejan los profundos agujeros de los socavones vacíos y los desastres ambientales. Esto haría exclamar a S. Kubrick: “Las grandes naciones siempre han actuado como pandilleros, las pequeñas como prostitutas”.
Esta historia de despojo, de pobreza y de miseria en Latinoamérica ha sido posible por la complacencia y complicidad de la clase dirigente y los gobernantes frente a las transnacionales de los países desarrollados. En el caso de Colombia, ¡¡¡ Qué ironía!!!. Nuestro suelo ha sido pródigo en recursos naturales, más del cincuenta por ciento (50%) de sus habitantes viven por debajo de la línea de pobreza y una población superior a la de Bogotá, nueve millones, se debate en la miseria absoluta. Entonces, ¿De qué manera han contribuido las riquezas naturales a la felicidad y al bienestar de nuestros conciudadanos? No es otra la razón en que se inspiró quien escribió el siguiente aforismo: “Grandes han sido nuestros gobernantes; igual que los socavones, más grandes cuanto más riquezas han entregado.”
Por lo expuesto antes no nos extraña que los concejales y gobernantes elegidos por el pueblo para que defiendan los intereses nacionales y de los electores, salgan a defender a los saqueadores, con honrosas excepciones, y que le crean a los académicos de la empresa y no hagan lo mismo con el clamor de las comunidades afectadas, cuando denuncian el deterioro de sus viviendas, la contaminación de aire, aguas y tierras, la destrucción de sus aguas termales y sus paisajes, fuentes del turismo que daba empleo y generaba actividad económica no contaminadora, la destrucción de los humedales y los manantiales, el desplazamiento de los vecinos raizales y la crisis económica y social que afecta a los pobladores de la región.
Muy poco importan las explicaciones de los académicos de la empresa y el que las autoridades ambientales digan que están cumpliendo con las normas legales si los desastres mencionados de orden ambiental, económico social y cultural, que tienen que soportar las comunidades afectadas no se pueden ocultar. Hasta ahora, como señalaba la proclama de La Paz, (1.809): “…hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez…”, pero, ¡¡¡ basta ya !!!. Denunciaremos sin cesar y con sentido patriótico, en el ámbito nacional como internacional, los atropellos de las empresas mineras transnacionales en nuestro país, ya que a quienes elegimos para defender lo nuestro no han sabido cumplir con la obligación constitucional, en su Artículo 8º: “Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la nación”. Señores de las empresas transnacionales mineras: Uds. tienen el dinero, el poder y la fuerza, pero no la razón, porque: “La fuerza sin justicia, es el colmo de la arbitrariedad”.