Del trabajo al desempleo
El día 15 de abril, en desarrollo del CICLO DE CONFERENCIAS “NADIE SABE PARA QUIEN TRABAJA”, nos reunimos en medio de un tarde gris y lluviosa, cerca de 40 personas de diferentes organizaciones sociales, acogiendo la invitación que ha sido organizada desde el CED-INS y que ha contado con el apoyo de algunos sindicatos como Uneb seccional Bogotá, Sintrateléfonos, Sintraincapla, Sintraicollantas, Fescol, y la corporación Aury Sará. He aqui algunas reflexiones presentadas.
Bajo la premisa del diálogo crítico dimos cuenta del conversatorio sobre la crisis estructural del capitalismo y los impactos en el mundo del trabajo. Esta exposición corrió a cargo del profesor, escritor e investigador Libardo Sarmiento Anzola.
El trabajo se inicia apelando al referente estético, y es la presentación de un cuadro del pintor Goya quién plasma en sus delirios oníricos la figura de un gran Leviatán o monstruo apocalíptico que devora una criatura pasmada por el terror.
Esta insaciable figura apocalíptica representa, según nuestro ponente, al capitalismo que necesita siempre de la destrucción y reconstrucción para mantener su irracional contradicción. En estos procesos de guerras, invasiones, saqueo y explotación se pone en vilo la supervivencia de la especie humana y hoy la vida misma en el planeta.
Al capitalismo le acompañan siempre las crisis, y la evidencia histórica nos ha demostrado que para salir de las mismas se utilizan los recursos imperialistas: liquidación de los derechos fundamentales de la población y la expoliación de parte del capital contra el mundo del trabajo.
El capitalismo siempre ha sido un sistema social-histórico en permanente crisis. A finales del siglo XIX el impacto de la misma afecto solo Europa desencadenando una pugna inter-imperialista.
La segunda tiene como epicentro a los EE.UU. en al ciudad de New York, en 1929. Esta crisis impacta, sin embargo a Europa y a Canadá. Esta crisis estuvo determinado por la superproducción: un gran arsenal de mercancías que no tenían compradores. Las inquebrantables leyes de la oferta y la demanda que supuestamente estaban reguladas por una armonía pre-establecidad desde el mercado se desploman ante la evidencia económica.
El capitalismo apela ante este desastre económico a la dinámica de la guerra, se inicia, pues, la segunda guerra mundial ( 1939-1945) que deparó algo más de veinte millones de seres humanos muertos y las principales ciudades de Europa destruidas, no hay que olvidar que la gran mayoría de las víctimas eran civiles.
Después de la segunda guerra mundial se ponen los pilares del capitalismo keynesiano o del estado de bienestar, producto del pacto entre el capital y el trabajo. Se da inicio al pacto de Bretón Woods y el fortalecimiento de las monedas de los países triunfantes: el dólar y la libra esterlina.
Los treinta años gloriosos del capitalismo que van desde el año de 1945 hasta principios de los años setenta, logran puntos de equilibrio entre la oferta y la demanda. Los niveles de producción y consumo logran niveles altos de la economía internacional.
La tercera crisis que se inicia a finales de los años sesenta tiene ya incidencias mundiales, no hay una economía que se salve de este proceso de crisis. Y otra variable es sus características de crisis estructural: determinada por la crisis energética, financiera, alimentaría, industrial y civilizatoria.
La caída de la tasa de ganancia, principal móvil e interés del capitalismo, se ha desplomado desde entonces. El capitalismo monopolista trasnacional ha llevado a una crisis endémica y estructural a la dinámica misma del capitalismo; la financiarización de la economía mundial ha convertido al mercado en un gigantesco casino para la especulación –dinero, títulos valor que es trabajo acumulado, ahorro o pensiones de los trabajadores- que se ponen a circular sin la posibilidad de retorno a la economía real productiva.
Por ello se pone en evidencia como la crisis no solo afecta a los grandes conglomerados de banqueros sino también a empresas de la producción como la General motors, general electric, etc. La reacción de los capitalistas no se deja esperar: guerras, planes de ajuste estructural; que buscan apropiarse de los recursos y las empresas rentables de los países pobres, privatizaciones, despidos, reducción del poder adquisitivo de los salarios, saqueos.
Hoy esta crisis estructural, ya no solo cíclica del capitalismo mundial, ha generado una profunda recesión económica: para el 2009 la economía mundial prácticamente no crecerá. El nivel de desempleo ha afectado a más de 1.000 millones de personas en edad de trabajar.
Ante el encubrimiento ideológico de parte de los capitalistas y el estado respeto a los impactos de la crisis en Colombia, se evidencia no solo una inevitable y profunda recesión económica que desencadenará impactos sociales, pérdida adquisitiva de los salarios, eliminación de los parafiscales y del salario mínimo, entre otros.
Si el sistema mundo capitalista esta en una constante crisis, hoy se devela como esta crisis terminal representa una oportunidad política para un nuevo proyecto de humanismo que de cuenta de una sociedad más allá del capital.
Este sistema no solo reproduce crisis con grandes costos humanos, sino que representa la reproducción de una sociedad enferma, esquizofrenica y enajenada, que ha convertido a los seres humanos en cosas descartables.